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Excelencia Reverendísima:
Me han informado que ayer V. E. Rvma. tuvo
ocasión de reunirse en Chieri con varios miembros
de aquel respetable Cabildo y tratar sobre el
Oratorio de Santa Teresa perteneciente a la
Congregación Salesiana y sobre lo que en él se
hace en los días festivos en favor de las chicas
de la ciudad. Me han informado también de que al
saber V. E. el bien que allí se hacía, manifestó
su satisfacción, y expresó cuál era su ánimo con
respecto a este punto a los pocos que se mostraron
contrarios. Con la confianza de que V. E. quiera
dispensarnos su gran benevolencia, creo oportuno
presentarle copia de un Breve del Padre Santo Pío
IX, de feliz memoria, en el que nos apoyamos para
el ejercicio de las funciones religiosas que
hacemos en dicho Oratorio, como en las demás
iglesias que nos pertenecen en Italia, Francia y
América. En nombre de don Bosco, que actualmente
se encuentra en Marsella, presento a V. E. una
copia, con el único fin de que tenga un argumento
más para convencer a los disidentes, de que los
Salesianos están en regla y no sólo autorizados
por V. E., sino también por la Santa Sede y que,
por tanto, no nos pongan obstáculos en el camino
del bien por un vano temor.
Y puesto que se me ofrece ocasión propicia, le
notifico que, después del coloquio privado que
tuve con V. E., a mediados del mes pasado, hemos
presentado, al M. Rvdo. señor Canónigo Lione,
Vicario Foráneo de Chieri, el siguiente plan de
convenio, que nos parecía razonable y que no
impediría el fin del Oratorio.
I. Si las funciones se tienen al mismo tiempo
que la instrucción parroquial, quedarán excluidas
del Oratorio las mujeres casadas y las otras de
mayor edad;
II. Las otras jóvenes tendrán libertad para
asistir a las funciones donde más les agrade.
Esta propuesta, contra lo que esperábamos, fue
rechazada por inaceptable.
((**It14.232**)) Al
agradecer a V. E. el favor con que nos anima a
trabajar según nuestro fin en su archidiócesis, le
ruego siga prestándonos su benevolencia.
Encomiendo a la caridad de sus oraciones a mi
pobre persona, a toda esta Casa y, especialmente,
al querido don Bosco.
Acepte los sentimientos de profunda veneración
y grandísimo aprecio con que beso reverentemente
su sagrado anillo y me profeso
De V. E. Rvma.
Turín, 13 de enero de 1879
Su atto. y s. s.
MIGUEL RUA, Pbro.
Pero los adversarios del Oratorio estaban allí
y no se resignaban, y se les iba la lengua sin
descanso. Don Juan Bonetti, apenado por las
continuas maledicencias, rogó por carta al cura
párroco que desistiera de su actitud hostil, que
tanto daño hacía a las almas y daba pie a
habladurías nada edificantes. Pedíale perdón si,
de alguna manera, le había ofendido, le invitaba a
visitar el oratorio en señal de paz, confesándole
que, de todos modos, no le acobardaban las
molestias, sino que le infundían ánimo. La viveza
del tono y algunas frases algo picantes ofendieron
al destinatario, que, interpretando mal los
sentimientos
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