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a los mayores peligros espirituales y corporales,
y no se sabe cómo impedir su perdición si no se
les tiende una mano benéfica que los ampare, los
encamine al trabajo, al orden, a la religión. La
Casa del Oratorio de San Francisco de Sales tiene
por fin dar alojamiento a los muchachos de esta
categoría.
<> 1.° Que tenga doce años cumplidos y no pase
de los dieciocho;
>>2.° Que sea huérfano de padre y madre, no
tenga hermanos o hermanas u otros parientes, que
puedan cuidarse de él;
>>3.° Que sea totalmente pobre o abandonado.
Si, cumplidas las otras condiciones, el muchacho
posee alguna cosa, tendrá que llevarla consigo a
la Casa, y será empleada en su favor, pues no es
justo que disfrute de la caridad ajena quien puede
vivir de lo suyo;
>>4.° Que esté sano y robusto, no tenga ninguna
deformidad física, ni este afectado por ningún mal
repugnante o contagioso.
>>5.° Serán aceptados con preferencia los que
frecuentan el Oratorio festivo de San Luis, del
Santo Angel Custodio y de San Francisco de Sales;
porque esta casa está destinada especialmente a
albergar a los muchachos absolutamente pobres y
abandonados que acuden a alguno de los Oratorios
antes mencionados>>.
Para este fin, se abrió el Oratorio Salesiano y
yo, manteniéndome fiel a él en todo tiempo, me
comprometí a sostenerlo con los medios que me
suministraba la Providencia. Sabido esto, resulta
claro que el Oratorio Salesiano es por su índole
un Instituto Benéfico para la juventud abandonada;
como tal, le reconocieron siempre los
Ayuntamientos, las Comisarías Generales de
Policía, los Gobiernos Civiles y los mismos
Ministerios del Estado, que le recomendaron
centenares de muchachos abandonados; como tal fue
proclamado en el Parlamento Nacional y en el
Senado del Reino, y por tal lo tuvieron siempre
personas buenas y caritativas, que le ayudaron con
su benevolencia y con abundantes limosnas, al
extremo de que, de humildes principios, pudo
crecer hasta albergar un millar de personas, y
fundar instalaciones, talleres y escuelas, donde
los más útiles progresos de las ciencias y las
artes son comunicados a los hijos del pueblo y, a
través de ellos, llevados a la sociedad civil.
En confirmación de todo esto, tenemos el hecho
de una innumerable cantidad de jóvenes, cuyos
nombres podría enunciar, salidos de este Oratorio,
y que ocupan hoy en la sociedad cargos más o menos
brillantes en Liceos y Universidades, en el
Ejército y en la Administración pública. Y me es
grato poder afirmar que ninguno de los que fueron
dóciles alumnos de este Instituto, salió de él sin
los medios necesarios para ganarse honradamente el
pan, así como no hay ninguno ((**It14.208**)) que yo
sepa, el cual en sus relaciones con la Sociedad o
con el Gobierno, no se comporte como hombre de
bien y buen ciudadano; es más, hay ejemplos de
quienes, en algunas graves contingencias, llevaron
a cabo actos de verdadero heroísmo.
Pasando a la segunda parte de la misma
pregunta, respondo que el fin especial que me
propongo, al mantener las escuelas en mi Oratorio,
es cumplir una importante obra de educación y
satisfacer a las necesidades y múltiples
vocaciones de los muchachos en él albergados.
Algunos de ellos, inclinados por naturaleza al
ejercicio de ciertas artes y oficios más nobles y
elevados (tipografía, calcografía, fundición,
fotografía, estereotipia, etc.) no estarían en
condición de aprenderlos bien y ejercerlos con
fruto, si no tuvieran nociones de Latín, Griego,
Francés, Geografía, Aritmética, etc.
Otros, dando muestras de estar dotados de
ingenio despejado y especial aptitud para el
cultivo de las ciencias, creyóse sería muy útil
para la Sociedad, si se cultivaba
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