((**Es14.171**) La
polémica periodística cruzó los Alpes. Un
periódico parisiense, que tenía poco de gazmoño y
de beato, el Fígaro, entretuvo gallardamente a sus
numerosos lectores con el cierre de las escuelas
de don Bosco. En el número del 13 de agosto, una
corresponsalía de Turín presentaba a dos de los
principales actores del drama, Coppino y Rho,
describía brevemente la benéfica figura de su
víctima, y después apostillaba el malaventurado
decreto de cierre, demostrando su absurda
puerilidad 1.
((**It14.193**)) En
Turín, el día que llegó el número del Fígaro, con
tan solemne refregón, sucedió una de esas
coincidencias que dan ganas de llamar juegos de la
Providencia para confundir la malignidad de los
hombres. El famoso Fischietto se desahogó aquel
día con una caricatura de un hombre de mala cara
vestido de cura, sentado sobre unas nubes,
agarrando con la derecha un apagavelas y llevando
bajo el brazo un grueso mamotreto y un bultito, y
sobre el hombro izquierdo un palo del que colgaba
otro bulto y un cartel con este rótulo: <>.
Pase lo de la obsesión por ver a don Bosco
emigrar de Turín 2; pero aquel apagavelas fue
realmente un desacierto del trabajo. Mientras los
lectores del periódico humorístico se reían del
enemigo de las luces obligado a llevar lejos su
obscurantismo, los lectores del Baretti se
enteraban de diversas noticias muy interesantes.
Se enteraban de que: de los treinta y dos alumnos
del Oratorio que se había presentado al examen de
reválida de bachillerato en el instituto real de
Monviso, veintidós habían conseguido el título,
mientras que, de los oficiales, sólo siete, de los
dieciséis presentados, había sido aprobados; se
enteraban de que veintidós de las escuelas
ilegales habían obtenido las
1 Apéndice, doc. núm. 29. El abate Paulin
(carta del 4 de agosto de 1879) ya había escrito,
desde Auteuil al conde Cays: <>. Más tarde, desde el primer monasterio
de Annecy, la Superiora (carta a don Bosco, 4 de
septiembre de 1879), al saber la guerra que el
Gobierno hacía al Beato, le escribió palabras de
cristiano consuelo; don Bosco encargó al conde
Cays redactara la respuesta, que él firmó.
2 Véase Volumen XIII, pág. 468.
(**Es14.171**))
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