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Bosco con el del padre Ferrari. Muerto en 1878 el
célebre jesuita Secchi, astrónomo y matemático de
fama mundial, el Gobierno italiano, al confiscar
el colegio Romano, por un resto de vergüenza,
había dejado tranquilo al gran sabio, en el
extremo del edificio donde estaba situado el
Observatorio, criatura suya, cuidada y mimada por
él durante tantos años. Desaparecido el genius
loci (el genio tutelar del lugar) su hermano en
religión y ayudante, padre Ferrari, a quien todas
las razones de derecho y de conveniencia pedían
que fuese mantenido en aquel puesto, fue expulsado
de él. El señor Coppino había decidido <>. Esto era realmente poner el dedo en
la llaga.
En lo más reñido de la pelea periodística
volvió a hacerse oír la voz de don Bosco con una
carta al teólogo Margotti; carta <>, decía el diario que se manifestó
muy contento de publicarla. <>.
Ilustrísimo señor Teólogo:
La benevolencia que V. S. Ilma. ha tenido a
bien dispensarme a mí y a mis muchachos, me obliga
a rendirle mi más cordial acción de gracias y
también la de los muchachos beneficiados. Ahora le
pido un favor de otro género, respecto a la
controversia de este Oratorio con el señor
Delegado Provincial de Enseñanza de Turín.
((**It14.191**)) La
cuestión legal ha sido discutida exhaustivamente,
y parece que ya se comienza a pasar a las
personas.
Ahora bien, teniendo este Instituto necesidad
de todo y de todos, y por otra parte, deseando
cooperar, a pesar de mi pequeñez, con las
autoridades al bien público, me adelanto a
suplicarle tenga a bien desistir de ulteriores
polémicas sobre esta materia, para dar paso a la
caridad operante que debe reinar entre toda clase
de ciudadanos.
Pero pienso que es oportuno exponer el error de
donde nació toda esta molesta polémica. Se quiso
sostener que existía un bachillerato privado anejo
a este Centro. No lo hubo jamás. Si a los
habitantes de Turín, incluso a los mismos que
viven en nuestro Oratorio, se les preguntara dónde
se encuentra tal bachillerato, ninguno sabría
indicarlo, porque no existe.
Existen, en cambio, unas escuelas gratuitas
para atender caritativamente a un grupo selecto de
muchachos del Oratorio que, por su talento o por
ser de familias venidas a menos, se dedican a los
estudios secundarios.
A pesar de la falta de fundamento de la
referida sentencia y a pesar de que el decreto de
cierre no tenía que extenderse a la expulsión de
los alumnos, sin embargo, como en el pasado, no
sólo he obedecido a la ley, sino también a la
autoridad. Por eso, conformándome enteramente con
el decreto ministerial, el día fijado se suspendió
la enseñanza secundaria y, poco después, fueron
enviados los alumnos a sus familias, amigos o
bienhechores, que, al menos durante algún tiempo
los hospedaron caritativamente.
(**Es14.169**))
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