((**Es14.161**)
Esta misma ley enumera los motivos por los que
se puede cerrar un Instituto y son: grave
alteración del orden social, del orden moral, de
la salud de los alumnos, art. 247.
A ninguno de estos motivos se hace alusión en
el decreto, antes al contrario, en una de sus
visitas el señor Delegado refiere formalmente que,
en cuanto a higiene, disciplina, moralidad y
aprovechamiento no hay nada que desear.
El decreto añade que se han puesto en las
clases suplentes, en vez de los profesores
titulados. A lo que se responde que, en su visita,
el señor Delegado encontró todo en regla, pero
notó que de los cinco profesores sólo dos estaban
en clase, los cuales empero daban sus lecciones en
las horas que les eran posibles.
No hay ninguna ley que prohíba a un profesor
titulado hacerse suplir en caso de necesidad, como
se practica generalmente.
Además, la mencionada ley deja libertad a los
Centros privados para establecer el horario que
más se acomode a los maestros.
((**It14.181**)) Por
estos motivos, el abajo firmante suplica a V. E.
tenga a bien reconocer el mérito de los maestros,
que prestan su obra completamente gratuita, y
hacer un señalado beneficio a estos pobres hijos
del pueblo, anulando los efectos legales al
mencionado Decreto y dejándolos permanecer
tranquilamente en su centro, sin obligarles a
dispersarse, como fue ordenado con evidente
peligro de su ruina social, material y moral.
Tengo el honor de poderme profesar
De V.E.
Turín, 20 de julio de 1879
Atto. y s. s
JUAN BOSCO, Pbro.
El día de la partida para Roma de don Celestino
Durando y de su ilustre compañero, un diario
católico, el Emporio Popolare, dirigiéndose a los
padres de familia señalaba el cierre de las
escuelas de don Bosco como una de las peores
arbitrariedades cometidas por odio del partido
izquierdista subido al poder en 1876. Ante tal
monstruoso abuso, se hacían tres consideraciones:
los que alardean de liberales gritan a voz en
cuello que quieren la instrucción de las clases
populares, pero después hostigan groseramente
precisamente a esta mismas clases, cerrando las
escuelas populares de don Bosco; no les guía, por
tanto, el amor a la justicia, sino una rabiosa y
ciega envidia en su proceder contra don Bosco,
cuyas escuelas, como todos saben, dan ciento y
raya a muchas otras estatales y dejan en muy mal
lugar el ministro piamontés Coppino, que, por odio
a la religión, no ha tenido inconveniente en
descargar sablazos contra uno de los centros, que
la voz común pregonaba como una de las más bellas
glorias de su Piamonte 1.
1 Emporio Pololare, Corriere di Torino, 20 de
julio de 1879.
(**Es14.161**))
<Anterior: 14. 160><Siguiente: 14. 162>