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enseña, queda legalmente cerrado cuando ha cesado
la enseñanza, como cesaba efectivamente el 30 de
junio en las escuelas salesianas. Pero el
Gobernador decidió arbitrariamente que el golpe
contra el bachillerato alcanzara también al pío
Hospicio anejo, ordenando la expulsión de todos
los alumnos e hijos del pueblo, que se dedicaban
tranquilamente a los estudios en aquellas escuelas
de bachillerato. íDíganos el señor Gobernador en
nombre de qué ley o de qué otra autoridad superior
puede él arrancar del seno de un Centro de caridad
a tantos pobres muchachos para lanzarlos a la
calle a la buena ventura!>>.
Y terminaba alzándose enérgicamente en defensa
del honor de don Bosco:
<>De modo que ese buen sacerdote del
Señor, cuya caridad cristiana vela sobre tantos
hijos del pueblo, no sólo engañó, sino que quiso
engañar a la autoridad? íNo bastaba a sus enemigos
herirlo en lo que más quiere, que son las escuelas
de sus muchachos, sino que necesitaban hacer de
inquisidores, penetrar en sus intenciones y
tacharle de mala fe y de voluntad engañosa y
falaz>>.
Ahora se entra en una plena polémica
periodística. Dejemos a un lado las vulgaridades
de periódicos irreligiosos; y vengamos más bien al
artículo prometido por Il Baretti. El artículo
apareció en el número del 17 de julio. Es notable
en él la retorsión de la acusación.
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