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El Gobernador habló con el juez de primera
instancia para ver si éste le secundaba e imponía
el desalojamiento por la fuerza; pero el juez se
negó en absoluto a actuar contra tantos pobres
muchachos. Algunos huérfanos o muy pobres se
presentaban al Gobierno Civil pidiendo que se les
proporcionara lugar donde alojarse. Por fin, el 2
de julio, fueron concedidos unos días más para
terminar los exámenes. >>Qué había ocurrido para
calmar los espíritus? El ministerio se tambaleaba
y parecía cierta su caída. En estos momentos los
funcionarios, al darse cuenta, recordaron a
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Talleyrand y sus famosas palabras: Surtout, pas de
zŠle (sobre todo, ínada de celo indiscreto!). En
cambio el celo no dejaba descansar a don Bosco,
que, tomando de nuevo la pluma, escribió una
defensa para enviar al Ministro de Instrucción
Pública, poniendo más de relieve el carácter
paternal de sus escuelas y apelando a las
disposiciones de la ley Casati. Un ímpetu
elocuente de santa indignación brota de su
corazón, al rechazar la acusación de haber querido
engañar a las autoridades escolares.
Aclaraciones al decreto del señor Ministro de
Instrucción Pública ordenando el cierre de las
escuelas de Bachillerato del Oratorio de San
Francisco de Sales en Turín.
EXPOSICION HISTORICA
Vuestra Excelencia sabe ciertamente que sólo
por el vivo deseo de ayudar de alguna manera a
tantos desdichados jovencitos, que, por el
abandono en que se encuentran, se van preparando
un triste porvenir, me he dedicado desde el año
1841 a reunir el mayor número posible de ellos en
lugares apropiados para divertirse.
En 1846 se abrió un Centro de caridad para los
más desamparados y en peligro, adonde las
autoridades municipales y gubernativas solían
enviar a pobres muchachos de esta clase.
El fin principal era que aprendiesen un arte u
oficio para que fueran capaces de ganarse en su
día un honrado sustento. Pero, entre los asilados
había algunos dotados de aptitud especial para los
estudios, y otros procedentes de familias
acomodadas que habían venido a menos; y éstos eran
destinados a los estudios secundarios. Se
obtuvieron buenos resultados, puesto que muchos de
ellos llegaron a conseguir una honrosa carrera en
el comercio, en la milicia, en la enseñanza y
algunos, incluso, ocuparon las primeras cátedras
en las universidades del Estado. Varios, deseosos
también de dedicarse al arte tipográfico,
ingresaron como alumnos de la imprenta de este
mismo Instituto.
Estas escuelas fueron siempre consideradas por
la autoridad escolástica como una obra de caridad,
una casa de asilo, a manera de numerosa familia,
de la que quien esto escribe hace por todos los
conceptos las veces de padre. Todo esto de
conformidad con la ley Casati, sobre Instrucción
Pública, artículos 251-252.
Artículo 251. <(**Es14.146**))
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