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burlar la ley ni violarla; tengo firme voluntad de
ajustarme a ella; sólo debo decir que en la
multiplicidad de cosas, algunas veces no se puede
seguir el horario y, otras, es necesario utilizar
el suplente.
Queriendo además don Bosco informarse mejor de
su posición con relación al Consejo Escolar y al
Ayuntamiento de Turín, le hizo muchas preguntas,
por si acaso había algún punto negro que él
ignoraba. Se le aseguró que no; antes al
contrario, el asesor le dijo que en el Consejo
Escolar se había hablado extensamente y se habían
hecho altos elogios del instituto de don Bosco, de
sus obras y de los muchachos pobres amparados por
él; pero que se había afirmado que don Bosco
pretendía burlar la ley y engañar a las
autoridades, poniendo a dar clase a maestros no
titulados (había también las escuelas elementales
para alumnos externos) y haciendo pasar ((**It14.157**)) por
profesores, maestros sin diploma.
-Este es el único punto negro, dijo Nicomedes
Bianchi. Fue el Delegado y no encontró a los
profesores en su puesto. Fue por segunda vez y las
cosas seguían como antes; es más, alguno de sus
maestros o quizá otro que no sabemos, después de
esta segunda visita dijo a alguien esta frase:
-íBuena jugada le hemos hecho! íNos hemos reído de
él! Y dijeron esto porque en el Oratorio habían
tenido tiempo para hacer entrar en la clase, antes
de que llegara el Delegado, uno o dos maestros
titulados. Estas cosas llegaron a oídos del
Delegado, éste las comunicó al Consejo y
provocaron el acto de desconfianza, que motivó se
elevara al ministerio la propuesta de dictar el
decreto de cierre.
Don Bosco hizo observar la ligereza, es más, la
injusticia de una medida tal. íTodo porque
alguien, que no se sabía quién, había dicho a
algún otro, desconocido también, palabras
inconvenientes contra el Delegado! Con todo, don
Bosco quedó muy satisfecho de aquella entrevista,
que duró largo rato.
De labios afuera, observó don Bosco, Nicomedes
Bianchi se mostró benévolo y me descubrió varias
cosas respecto a nosotros, que importaba mucho
conocer. Sin duda, es uno de los más peligrosos en
el Consejo Escolar y probablemente es él quien nos
ha dado el golpe de gracia; pero, a veces, el
Señor habla incluso por boca de la burra de
Balaán.
Don Bosco dio a conocer todo esto a los
Superiores principales; pero, dentro de casa, no
se sabía de ello absolutamente nada. El esperaba
obtener al menos la dilación de dos años,
concedida por la ley; y en dos años había tiempo
suficiente para muchas cosas.. Por esto se
encomendó encarecidamente al teólogo Baricco,
consejero municipal
(**Es14.141**))
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