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de policía le había entregado el decreto de cierre
de sus escuelas?
La música de Dogliani gustó muchísimo. El
maestro había sabido sacar partido para su buen
efecto, de la genial variedad del himno, que
comportaba una fantástica puesta en escena, y de
las óptimas voces de que disponía. También el
público ((**It14.137**)) había
aplaudido mucho la composición. Llegada la hora de
la cena, Dogliani, cumpliendo su acostumbrado
oficio, sirvió la mesa de los superiores, que
estaban todavía en el comedor de la comunidad.
Cuando ésta salió y él acabó de levantar los
manteles, se acercó a don Bosco y le besó la mano
para retirarse. Pero don Bosco estrechó su derecha
y le dijo que esperase.
Llegaba el café para don Bosco, que indicaba su
fuerte dolor de cabeza. Había dos tazas:
-íToma, Dogliani, le dijo, toma tú también
café!
Dogliani miraba a don Juan Cagliero, allí
presente, como para decir que aquel honor
correspondía a don Juan Cagliero y no a él.
Don Bosco le sirvió la tacita y se la acercó;
él la tomó y dándole las gracias de corazón,
salió. Todavía hoy le enternece el recuerdo de la
bondad con la que vio acompañar aquel acto.
El barón Héraud de Niza había enviado para la
fiesta de don Bosco unos dulces, que sirvieron
para honrar la mesa aquel día, y que iban
acompañados, además, con una generosa limosna. El
Beato le dio afectuosamente las gracias:
Queridísimo señor Barón:
Su señor Hermano, o mejor, su gran amigo el
Barón Félix Arnaud va a Niza y aprovecho la
ocasión para darle noticias nuestras. La consabida
negociación se da siempre por cumplida, pero nunca
recibo la conclusión definitiva. Ya veremos 1.
Sus dulces fueron excelentes y he comprobado
que la dulzura y la bondad del donante acompañaban
la de los dulces que tuvieron una maravillosa y
estupenda aparición en la mesa.
Como ya le escribí, sus mil francos se
recibieron y emplearon al momento, pues se
destinaron para el reverendo don José Fagnano que
partirá a primeros de agosto para Buenos Aires e
irá a fundar la primera parroquia en Paraguay, por
mandato del padre Santo.
Otras cosas, para otra vez. Estoy en apuro.
Necesito mucho de sus oraciones.
Dios les bendiga, a usted y a la señor
Baronesa, y los conserve en buena salud.
Créame con gran estima y agradecimiento
De V. S. Carísima.
Turín, 19 de julio de 1879
Afmo. y s. s. y amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
1 Para esta negociación véase XIII volumen,
pág. 463.
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