((**Es14.107**)
sobre las cosas de allá. Las noticias de Roma, en
aquellos años de transición del antiguo al nuevo
orden político, apasionaban a los que guardaban
fidelidad al Papa, que eran numerosos en la
aristocracia piamontesa; se hacía más caso de las
noticias que se trasmitían unos a otros por vía
confidencial que de las que publicaban los
periódicos, pues se las consideraba más ajustadas
a la verdad. Sucedía, pues, que como a don Bosco
se le creía muy al tanto de los secretos, cuando
regresaba de Roma, era acosado a preguntas, a
veces embarazosas. Así le ocurrió, por ejemplo, en
casa de De Maistre. Fue don Bosco con don Julio
Barberis a Borgo Cornalense para visitar a
((**It14.116**)) la
Duquesa de Montmorency y al conde Eugenio, que se
encontraba allí con sus hijos, llegados para pasar
en familia las vacaciones de Pascua, y allí se
entabló una conversación de este género. La
Duquesa y el Conde tenían palabras duras contra
las condiciones impuestas por Italia al Papa y a
la religión; don Bosco, por el contrario, dejando
que sus interlocutores se desahogaran, exponía con
calma y tranquilidad sus observaciones. Tanta
calma excitó algo los nervios de la noble dama,
que le preguntó cómo podía mantenerse tan frío en
una cuestión tan vital.
-Mire, contestó, >>de qué sirve deplorar tanto
los males? Vale más que nos industriemos y
trabajemos con todas nuestras fuerzas para
aliviarlos. Y, además, esta gente, que ahora
gobierna, necesita mucho nuestra compasión; son
demasiado graves las cuentas que abren con Dios.
Las relaciones de los dos enviados, que habían
regresado unos días antes que él a Valdocco,
causaron gran satisfacción; manifestaban su
alegría por el largo viaje realizado en poco
tiempo, por haber visitado muchos lugares y
tratado muchos asuntos. Hablaremos de ello más
adelante. Son muy notables dos largas cartas de
don Juan Cagliero desde Sicilia. Quedaron muy
sorprendidos en Acireale, en Catania y en Randazzo
al ver lo mucho que los Obispos y el clero
conocían a don Bosco y a la Congregación, y cuánto
esperaban de la obra de los Salesianos en favor de
la juventud masculina y femenina. Una de las
impresiones que más influyó en el ánimo de los
viajeros y los dispuso a interpretar con alguna
amplitud las instrucciones recibidas de don Bosco
fue que los Salesianos era <>
1.
1 Carta a don Bosco, Acireale, 9 de marzo de
1879.
(**Es14.107**))
<Anterior: 14. 106><Siguiente: 14. 108>