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((**Es14.106**) Pero él no separaba esta gran confianza en la Providencia de las industrias de la humana habilidad para buscar los medios materiales; por esto, una de las primeras cosas que hizo, tan pronto como estuvo de regreso, fue darse maña para que la fuente todavía abierta de la rifa manase con abundancia. Y volvió a imprimir la circular del primero de enero, envió con ella boletos en cantidad y los distribuyó por paquetes a los Cooperadores, para que cuidasen de repartirlos. Quiso, además, que, para evitar fáciles gastos inútiles de dinero, se estudiase la manera de establecer en casa una caja única, de donde partieran todas las deliberaciones concernientes a los gastos. Anteriormente todo se concentraba en don Bosco; después, cuando él ya no pudo abarcar tantas cosas diversas, miraban por las varias necesidades urgentes los miembros del Capítulo Superior, según se iban presentando, e independientemente los unos de los otros. Pero este sistema perjudicaba la economía doméstica. -Las cosas, dijo don Bosco, iban adelante, a la buena; pero, en asuntos importantes, decir que se va adelante a la ((**It14.115**)) buena, es lo mismo que decir que se va mal. Entonces don José Leveratto, administrador del Oratorio, presentó un proyecto para la buena organización de los cargos y de las relaciones recíprocas, de modo que todo fuese a parar, como a su centro, a la persona, de quien dependía todo. Don Bosco propuso nombrar una comisión que estudiara aquel proyecto y se organizó una junta compuesta por don Miguel Rúa, don José Lazzero, don Antonio Sala y don José Leveratto. Otro camino para reparar de algún modo los recursos agotados fue reanudar sus visitas a familias buenas y adineradas, siempre dispuestas a ayudarle. Las más de las veces insinuaba delicadamente en la conservación el tema de las obras de caridad, que atraen las bendiciones del Señor sobre las familias generosas en socorrer al prójimo, y lo demostraba con ejemplos; hablaba de la limosna como medio seguro para obtener de Dios las gracias que se desean; y citaba entre las obras a socorrer el Oratorio, puesto bajo la protección especial de María Auxiliadora, la cual demostraba con muchos hechos cuánto le agradaba ver socorridos a los jovencitos. Don Julio Barberis dice, como testigo excepcional, que en sus conversaciones exponía estas cosas sosegadamente, hablando de otras personas y representando al vivo, con novedad de aspectos, la importancia de una caridad corporal que tuviera como último fin la espiritual; de modo que agradaba oírle hablar sobre este tema. Como era tan reciente su regreso de Roma, le preguntaban a menudo (**Es14.106**))
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