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((**Es14.103**) especial bendición sobre usted, su señora esposa y su hija. Que Dios les conserve a todos en buena salud. Acepte también mis augurios de unas felices fiestas y los sentimientos de gratitud, con los que tengo el honor de profesarme, De V.S.C. Turín, 10 de abril de 1879 Su atto. y s. s. JUAN BOSCO, Pbro. Don Miguel Rúa suplió lo que no podía hacer el Beato con una circular de invitación a la velada. Después de notificar en ella que los muchachos <>, ofrecerían, en la solemnidad de la Pascua, una velada literaria y musical, aprovechaba la ocasión <> del Oratorio <>. Perduraba en el Oratorio la costumbre de no tomar nunca deliberación de alguna importancia, sin hablar antes de ello con don Bosco o sin escribirle. Como entonces se estaba aguardando de un día para otro su llegada, había muchos asuntos pendientes; por lo cual, apenas llegado de su largo y ajetreado viaje, se encontró en medio de otros múltiples asuntos. Digamos de ellos lo poco que nos ha sido posible conocer. Ante todo, acerca de la marcha de la casa. Don José Lazzero y don Julio Barberis le informaron sobre los jóvenes y sobre los clérigos; si había enfermos, quién había cometido alguna falta notable, quiénes sobresalían por su buena conducta, cómo marchaba el trabajo y el estudio. El Director del Oratorio le dio los nombres de tres jóvenes que perjudicaban a los compañeros con su mala conducta y le pidió permiso para despedirlos como había parecido oportuno. Preguntó don Bosco si eran chicos mayorcitos o pequeños; al oír que pertenecían a las clases superiores y no habían dado esperanza alguna de buen resultado, le dijo que ejecutara inmediatamente su sentencia. ((**It14.112**)) De ordinario él confiaba mucho en el arrepentimiento de los alumnos más jóvenes y en aquellos casos en los que, aun habiendo habido una falta grave, por ejemplo una contestación arrogante o una desobediencia pública, sin embargo no se trataba más que de un hecho aislado, dentro de una conducta ejemplarmente buena en su conjunto. Por el contrario, cuando se trataba de un muchacho, que llevaba ya mucho tiempo en el Oratorio y aunque no fuera malo, se manifestaba constantemente frío e indiferente, entonces no se podía esperar (**Es14.103**))
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