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todas las fuerzas las instituciones educativas,
que tenemos en nuestra ciudad>>.
Terminó dirigiendo una calurosa invitación al
corazón de los presentes, para que cada uno
ofreciese su esfuerzo, pero, a ejemplo de don
Bosco, uniendo las fuerzas y trabajando unidos. Un
telegrama del cardenal Nina anunció la bendición
del Papa a aquella <>.
Todo esto agradó a don Bosco; pero mereció una
alabanza especial de su parte lo que se leía al
final de la relación, pues estaba inspirado por
una acertada comprensión del espíritu, que debe
animar a los Cooperadores Salesianos. <((**It14.108**)) de
éste y del Ordinario, como Presidente de la
Sección de Módena, al Ilmo. y Rvmo. Mons. Severino
Roncati, el cual nombraba como Vicepresiderites al
M. R. señor Cura párroco de San Pedro y al M. R.
señor Prior de San Bernabé, como Secretario al
Exmo. señor Doctor Luis Marchi_ y como cajero al
Exmo. señor marqués Doctor don Julio Campori. El
secretario leyó todavía un apéndice del Reglamento
de los Cooperadores, concerniente a esta sección
de Módena, y se discutió brevemente la manera de
contribuir con ésta misma a la educación cristiana
de la juventud; y se aprobó que cada año se
enviaría, al menos una vez, de conformidad con el
Reglamento, una limosna al Superior de Turín en
favor de las casas y misiones de la Congregación
Salesiana; que los socios activos se prestarían
para enseñar la doctrina cristiana en las
parroquias y en el Oratorio; que con la caja de la
Sociedad se ayudaría a la Unión de los Hijos de
María, a la Biblioteca gratuita popular para la
juventud, a las diversiones festivas y al salón de
reuniones y, por de pronto, se organizaría una
rifa para recoger dinero; en cada sección se haría
una colecta y los socios bienhechores
contribuirían con veinticinco céntimos, por lo
menos, mensualmente>>.
Se cerró el acto con el Iste Confessor y la
bendición con la reliquia de San Francisco de
Sales, que juntamente con la imagen del Santo
estaba expuesta sobre el altar.
Ya de noche, después de la cena, don Bosco
salió para Padua. El obispo, monseñor Manfredini,
con sus ochenta y seis años, estuvo aguardándole
para darle al bienvenida y ofrecerle hospitalidad
en su palacio. A la mañana siguiente, fue a
celebrar en la catedral con don Juan Bonetti y don
Joaquín Berto. En la ciudad no visitó más que a la
condesa Da Río. A las once de la noche llegaba a
Milán y se hospedaba
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