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Reverendo Señor:
Con gran satisfacción ha recibido nuestro
querido don Bosco su atenta carta del día primero
de los corrientes. Impedido por sus muchas
ocupaciones, me da el agradable y codiciado
encargo de contestarle. Me encarga, pues, ((**It13.105**)) le
diga que venga en hora buena a visitarnos y se
quede algún tiempo con nosotros, que le esperamos
ansiosos y seremos muy afortunados de poderle
hospedar. Pase también por el Patronato de San
Pedro, en Niza (plaza de Armas, 1.°), y presente
en el hospicio de San Vicente de Paúl de
Sampierdarena esta mi carta, y también allí será
bien recibido. Desde ahora le deseamos un feliz
viaje y pedimos de corazón al Señor que le guarde
y le haga llegar felizmente.
Acepte los cordiales saludos de don Bosco,
junto con los del que esto escribe, que se da por
dichoso al profesarse con distinguida estimación,
De V. Rvda. S.
Turín, 5 de mayo de 1877.
Su seguro servidor
MIGUEL RUA, Pbro.
La visita fue rápida. Se acercaba Pentecostés,
por lo cual no podía quedarse hasta la fiesta de
María Auxiliadora. Ya de vuelta a sus labores
parroquiales, escribió a don Bosco una carta de
agradecimiento por todas las atenciones que le
habían dispensado; pero don Bosco tardó algún
tiempo en contestarle, por estar ocupadísimo,
pues, además de todo, tenía que atender y agasajar
al Arzobispo de Buenos Aires, a quien acompañó
también a Roma. Y desde Roma, le contestó el 13 de
junio.
Muy apreciado en Jesucristo:
Estoy pasando en Roma algunos días y contesto
desde aquí a la amable carta que se dignó
escribirme en los últimos días del pasado mayo.
Más que dar gracias, debe V. S. perdonarme la
falta de atenciones, que tal vez no se le
tributaron durante el brevísimo tiempo que tuvo la
bondad de pasar con nosotros. Apenas si vio los
preparativos, pero no vio la fiesta. íOh, cuánto
me hubiera gustado que V. S. se hubiese encontrado
con nosotros aquel día!
He escrito al cónsul italiano, el comendador
Strambio 1, que espero nos ayudará en nuestro
proyecto, porque es muy humanitario y religioso.
El Padre Santo habló de nuestro proyecto y lo
estimula con toda su alma y bendice a todos los
que lo promueven. Pidió noticias del Obispo de
Marsella, a quien aprecia mucho. En Marsella,
dijo, hay un amplio campo para muchos forasteros,
a los que difícilmente se ((**It13.106**)) logra
encarrilar por el camino que conduce al cielo. Se
necesita mucho trabajo, mucha paciencia, pero Dios
no dejará de ayudarnos en esta empresa.
1 El comendador Aníbal Strambio, cónsul
italiano en Marsella, era condiscípulo de don
Bosco. Véase: Memorias Biográficas, volumen I,
págs. 287, 290, 365.(**Es13.98**))
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