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((**Es13.853**) ofreciéndose para entregar quinientos pesos al mes a la Sociedad de San Vicente. El doctor Carranza me dijo esto, frotándose las manos de alegría; pero yo, bonitamente le hice observar que estaría muy bien que la casa de Artes fuese conocida por lo que es, y que los Salesianos, que sudan tanto para que vaya bien, pudieran también figurar un poco para utilidad moral de la Congregación. Querido Padre, hago todo lo que puedo, actúo con la máxima prudencia ((**It13.1007**)) por el honor de la Congregación, me toca beber amargos tragos por las grandes promesas que se hicieron al doctor Carranza, cuando se trataba la cosa al principio. No se olvidó de nada y, ahora, advierto que me las echa en cara abiertamente, aunque de una manera fina. Yo no hago nada importante, sin consultar antes al doctor Espinosa y al Arzobispo y a algún otro eclesiástico: personas influyentes y prudentísimas. El doctor Espinosa es totalmente nuestro en alma y cuerpo. El Arzobispo estaba más de parte de los <> que de nosotros y esto lo hacía, porque le parecía conveniente. Pero, después de dos horas de conversación que hemos tenido juntos hace quince días, en la cual le di a conocer fielmente mi posición, ha cambiado totalmente a nuestro favor y me dijo estas precisas palabras: -Padre, no tema nada; ahora conozco lo que quiere decir. Se requiere paciencia y madurar las cosas despacio y con tiempo. Yo quería ofrecer a la Sociedad de San Vicente mi aportación con una cantidad que guardo para este fin; ahora la suspendo y la reservo para los Salesianos, para cuando estén a punto de hacer el contrato de la casa de San Carlos. Ayer fuimos a su quinta de Morón, que se encuentra a la distancia de una hora en ferrocarril. Allí ordenó de presbíteros a Rizzo y a Scagliola. Quiso que estuviéramos con él casi todo el día; nos hizo visitar todo el pueblo, yendo con él en su coche, y después nos enseñó un amplio terreno con casas y me dijo: -Ahora trabajo para adquirir este gran terreno, que es de un señor que lo abandonó, porque murió aquí una hija suya; y, con el tiempo, los Salesianos pondrán aquí una escuela agrícola. Es un terreno estupendo. Hay también otros señores que nos ofrecen terrenos y casas en diversos pueblecitos, que se están formando en los alrededores de Buenos Aires, en donde ahora se contentarían con que se pusiese una sencilla escuela. En esta situación necesito que usted, querido Padre, me instruya y me diga si puedo aceptar o no. Usted sabe, mejor que yo, que cada día nos movemos más, la Congregación va creciendo en número, en Italia y aquí, porque, apenas conocen nuestro Instituto, lo quieren y piden formar parte de él. Perdone esta mi larga carta. De salud, todos bien. M. ofrece pocas buenas esperanzas. Los demás, todos bien. Nos bendiga a todos y especialmente a mí, pobre hombrecillo que no sabe cómo hacer. Todo suyo Buenos Aires, 28 de enero de 1878 Afmo. y obediente hijo FRANCISCO BODRATO, Pbro. (**Es13.853**))
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