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pagó todos los gastos, la que les ha mantenido
hasta el presente, la que lesha provisto de todo
lo que tienen.
Y, volviéndose a mí, añadió:
-Suponga por un momento que yo hubiese callado;
usted hacía mañana su contrato, transportaba a San
Carlos todo lo nuestro y el público habría dicho:
-La casa de Artes ya no es de la Sociedad de San
Vicente, sino de los Salesianos, y, como resultado
de un hecho público, nosotros no podríamos
desmentirlo y haríamos una triste figura ante la
gente. Y bien, continuó, ahora ya está hecho, y
quiero que siga adelante, pero el contrato lo hará
la Sociedad de San Vicente y lo pagará con dineros
que tiene en el Banco.
>>Quién no ve claro en esto que somos
servidores de los <>? De todos modos
yo he pensado hacer así: les diré que don Bosco
desea que los documentos de adquisición de
inmuebles figuren a nombre de un salesiano joven y
de los más adictos a la Congregación, a fin de
evitar los peligros de una incautación por parte
del Gobierno y los gastos de traspaso. Por lo
cual, si quieren hacer la escritura de adquisición
a nombre de don Santiago Costamagna, bien; y si
no, yo quiero esperar la respuesta de don Bosco.
>>Qué le parece de esto? Escríbame a propósito.
((**It13.1006**))
Mientras tanto puedo asegurarle, querido Padre,
que no son los <> quienes nos han
mantenido hasta ahora, sino nuestros sudores y la
divina Providencia. Ellos han pagado los
utensilios y enseres de casa y de los talleres y
nos han dado la madera para los muebles, que
hicieron nuestros carpinteros, y la Congregación
ha mantenido con comida, vestido y alojamiento a
treinta muchachos enviados por el doctor Carranza,
empleando para estos gastos el capital traído de
Turín en objetos y todas las limosnas de las
misas, funerales y estipendios que recibíamos. A
los <> les cuesta la casa de Artes
ciento cuarenta mil pesos y a los Salesianos,
contando lo traído de Turín, nos cuesta más de
ciento ochenta mil. Y ahora resulta; que, íson
ellos los que nos han mantenido! Si al menos fuese
verdad.
Estas cosas, querido Padre, me duelen un poco,
no tanto por mí, sino por la Congregación, por
cuanto queda casi como esclava de los
<>. Me explico. Yo ya he mandado hacer
una casa de madera en la Boca, como le he escrito,
que vendrá a costar casi cuarenta mil pesos.
Sabiendo esto los <> sospecharon que
yo había realizado aquellos gastos con los ahorros
hechos en la casa de Artes, por lo que me vi
obligado a darles a conocer todo cuanto sacamos de
la parroquia, la cual paga por sí misma aquella
casa sin molestar a la sociedad. Pero, mientras
tanto, cada vez que iba en busca de dinero, se me
hacía alguna pícara observación. Como ve, de
seguir así, no podremos trabajar libremente.
Día a día voy adquiriendo conocimientos y
crédito, por lo que, si yo acepto alumnos para el
colegio, pido y obtengo alguna subvención de los
mismos que recomiendan a los muchachos, como suele
hacerse en nuestras casas. Esta manera de hacer no
gusta a los <>. Querrían ellos aceptar
a los muchachos y las ofertas, y si los acepto yo,
querrían que les diese cuenta de las ofertas que
siempre hacen, a fin de figurar ellos en todo.
Pero, hasta aquí, siempre he operado según la
costumbre de nuestras casas. He aceptado los
primeros muchachos que me mandó el doctor Carranza
al principio y, después, a medida que había lugar
para admitir a alguno, lo aceptaba sin decirles
palabra, industriándome para hacer pagar algo sin
que los <> lo supieran. Pero el doctor
Carranza va siempre tras de mí, diciéndome que le
avise cuando haya lugar para admisiones, porque él
tiene muchas obligaciones. Ultimamente he sabido
que un médico inglés ha recomendado a dos
muchachos para la casa de Artes,
(**Es13.852**))
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