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petición, le doy las más rendidas gracias y pido
al Señor le conceda toda suerte de bienes,
mientras con todo el respeto y gratitud me profeso
De V.S.M.R.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
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Honores pontificios para los Señores
Campanella y Frisetti
a) Súplica al Padre Santo
Beatísimo Padre:
El presbítero Juan Bosco, postrado a los pies
de V. S., con el máximo respeto, expone que, con
fecha 29 de enero p. pdo. sometía a la clemencia
del llorado Pontífice Pío IX a dos insignes
bienhechores de nuestros ((**It13.958**))
muchachos, y son: el ingeniero genovés Manuel
Campanella, el cual trazó gratuitamente los planos
y dirigió los trabajos con muchos gastos de todo
el Instituto de Sampierdarena, donde se encuentran
más de trescientos pobres muchachos internos y al
que acude también un mayor número de externos.
El otro es el caballero Juan Frisetti, rico
señor turinés, sostenedor de nuestras obras y
promotor del Obolo de San Pedro.
Mientras se cumplían los trámites y estaba Su
Santidad a punto de honrarlos con la condecoración
caballeresca de San Gregorio Magno, tuvo lugar la
gran pérdida, con la cual todo quedó en suspenso.
Ahora se eleva esta humilde súplica a V. S.
pidiéndole se digne efectuar este acto de soberana
clemencia, el cual, a la vez que será de gran
satisfacción y emulación para estos dos buenos
católicos, servirá también de gran ayuda para
nuestros huérfanos, que pasan verdaderos apuros.
Gracia que, etc.
JUAN BOSCO, Pbro.
b) Promemoria al cardenal
Franchi
Antes de salir de Roma, tenía el alto honor de
exponer a S. S. que dos de nuestros bienhechores
habían sido presentados al llorado Pío IX para una
condecoración. Estos son: el caballero Frisetti
rico y buen católico turinés, promotor del Obolo
de San Pedro y valioso apoyo en nuestras
necesidades.
Y el ingeniero genovés Manuel Campanella, el
cual, además de sus peculiares limosnas, trazó
gratuitamente los planos y dirigió las obras
durante tres años de la construcción del Hospicio
de San Vicente en Sampierdarena, donde al presente
se albergan más de trescientos huérfanos y a cuyas
escuelas y sagradas funciones acuden mil externos.
Temiendo que con la multitud de asuntos se haya
traspapelado aquel memorándum, me atrevo a
renovarlo a V. E. suplicándole tome en benévola
consideración el implorado favor.
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