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caridad y de celo por la gloria de Dios, trabajó
por la difusión de los buenos libros, estampas,
medallas, rosarios, crucifijos y objetos
semejantes. Recibía estos objetos en depósito, de
la librería salesiana de Turín. Sucedió que: ya
fuera por cobranzas que la caritativa señora no
anotara en su momento, ya fuera por falta de
registro de las mismas, ya fuera por excesiva
reducción de precios el hecho es que, al organizar
las cuentas, se encontró con una falta de casi
veinte mil liras, que no aparecían pagadas, aunque
las mercancías habían sido vendidas.
No queriendo el reverendo Bosco que la obra
caritativa de la señora Galeffi fuera a cargo de
su comunidad; deseando conservar las admirables
relaciones con un instituto del que había recibido
grandes beneficios, perdonó toda obligación que
pudiese provenir del despacho de dichas
mercancías. El estaba íntimamente persuadido de
que aquella alma bendita no había percibido
ninguna ventaja de las ventas y que todo procedía
de una falta de práctica en asuntos comerciales.
Sin embargo, la actual señora Madre Presidenta,
en atención al buen recuerdo de la añorada
superiora Magdalena Galeffi, por pura delicadeza
de conciencia, y para asegurar siempre que no
falte nada a aquella alma para comparecer pura a
los ojos de Dios y así entrar con seguridad en la
posición de la eterna felicidad; deseosa también
de acudir en ayuda de la naciente Congregación
Salesiana y conceder a la misma un acto de
benevolencia;
Y queriendo sobre todo manifestar la gran
gratitud que esta comunidad tiene en la Santísima
Virgen Auxiliadora, de la que reconoce haber
recibido muy señalados favores;
Por estos motivos, en nombre y con el
consentimiento de toda su comunidad, concede el
uso de un piso de su propiedad, con cinco o seis
habitaciones, por espacio de treinta años a partir
del corriente 1878.
Se pone únicamente la condición de que tal
edificio debe servir exclusivamente para los
Salesianos y para asuntos que se refieran a la
Congregación Salesiana.
El sacerdote Juan Bosco, por su lado, renovando
la condonación ya hecha de toda obligación que
pueda derivarse a su favor, acepta este ((**It13.955**))
donativo para mayor gloria de Dios, asegurando que
los Salesianos harán siempre particulares
oraciones por la conservación y crecimiento del
Instituto de las Nobles de Santa Francisca Romana.
No pone ninguna condición, pero recomienda
solamente que sus limosnas quieran seguir
favoreciendo a la humilde Congregación Salesiana,
como en el pasado, y que esta concesión sea, por
cuanto es posible, de un edificio adaptado a
religiosos que deben tener vida retirada y
separada de las personas del siglo.
Esta escritura se hizo y suscribió
recíprocamente en nombre propio y de los
dependientes y sucesores respectivos en sus
cargos: se firmó el día 25 de marzo, treinta y
tres días después de la elección del Sumo
Pontífice León XIII, día consagrado a la
Anunciación de la Bienaventurada Virgen María, a
quien sean honor y gloria por todos los siglos.
Amén.
Roma, 25 de marzo de 1878.
M.
LUISA CANONICI, Presidenta
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