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Convenio para Mendrisio
Convenio entre el Gobierno del Cantón Ticino y
el reverendo don Cayetano Pollini, párroco de
Mendrisio, con el señor Pedro Guidazio, doctor en
letras, respecto al colegio Cantonal en el barrio
de Mendrisio.
1.° El reverendo Cayetano Pollini y Pedro
Guidazio, doctor en letras, se obligan a proveer
del personal necesario para la instrucción
((**It13.952**))
asistencia y dirección del Colegio-internado
Cantonal de Mendrisio, para muchachos del lugar y
para muchachos forasteros, que quisieren asistir a
él.
2.° El plan de instrucción seguirá la
disciplina establecida por los programas de los
colegios Cantonales y las escuelas superiores
masculinas del Cantón Ticino.
Los docentes deberán estar capacitados para sus
respectivas clases y serán siete.
3.° El Gobierno proveerá el mobiliario del
colegio con todos los objetos necesarios para la
clase y para el provechoso ejercicio de la misma,
pero conservando la propiedad; nada podrá exigir
por el deterioro sufrido con el uso que tendrá.
4.° El mismo Gobierno se obliga a pagar a los
arrendatarios ocho mil liras por el primer
quinquenio, después del cual se hará una
reducción. Pero, no asume ninguna responsabilidad
o gastos por el internado, salvo las que las leyes
cargan a los propietarios por impuestos y
reparaciones.
5.° El Gobierno concede el uso del edificio del
colegio, de la iglesia, y los frutos de la tierra
y jardines anejos al actual edificio del colegio.
6.° El presente contrato tendrá validez por
cinco años y se entenderá renovado cuando una de
las partes no se haya desdicho cinco años antes.
7.° En las atenciones que se refieren a la
moralidad y a la instrucción religiosa, el
Gobierno Cantonal se somete a la prudencia de los
arrendatarios.
8.° Las escuelas se abrirán a primeros del año
escolar 1877-1878.
9.° Los alumnos externos no estarán obligados a
ninguna cuota, pero sí a observar todos los
reglamentos, establecidos por el colegio, tanto en
los días festivos como en los laborales.
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Carta del profesor Juan Cattaneo
a don Bosco
Muy reverendo e Ilustre Señor:
Al llegar aquí, hace pocas semanas, a su
hermosa iglesia de María Auxiliadora, rogué con
todo el afecto del alma entristecida; rogué a la
Bienaventurada Virgen María para que ayudase a la
juventud de mi pobre país. Después, al marchar,
llevaba conmigo entusiasmado la esperanza de que
la Providencia habría elegido los profesores que
V. S. forma a la sombra del hermoso templo de
María, para aportar un gran bien a mis jóvenes
paisanos, esto es un buena educación. En cuanto a
mí, creía haber prestado mi pobre labor como un
simple ((**It13.953**))
auxiliar, como un sencillo soldado en medio de una
legión de veteranos. Pero, al cabo de varios días,
mientras tendía en mi pueblo montañés a templar mi
cuerpo y mi alma, recibí un telegrama del señor
Pedrazzini, Presidente de la Comisión de Educación
Pública, comunicándome que el Gobierno pretendía
confiarme la dirección del instituto de Mendrisio.
Fui a Locarno y
(**Es13.806**))
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