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empleó en la lectura y discusión del reglamento
para los colegios, que debía entregarse a la
imprenta dentro de poco tiempo. Se hicieron nuevas
modificaciones y añadiduras al texto presentado en
las conferencias del año 1876, con las
observaciones habidas desde entonces. Pareció
necesario dedicar un cuidado especial para
formular las prescripciones de modo que no se
viera coartada la libertad ni menguada la
autoridad del director. No porque el poder del
director no tuviese límites, sino porque, como
aquel reglamento correría por las manos de
alumnos, clérigos y superiores subalternos, se
quiso que en todo caso pudiese quedar a salvo ante
los súbditos el prestigio del director. La
asamblea consideró que los directores conocerían
suficientemente los justos límites de su
autoridad. Y los capitulares recomendaron que uno
de estos límites estuviese en respetar las
disposiciones del Capítulo Superior en torno a los
cargos asignados al personal; que sólo en el caso
de absoluta necesidad se cambiasen las
ocupaciones, pero se diese de ello enseguida aviso
al Consejero Escolástico de la Congregación. Para
cumplir el deseo expresado por don Bosco en la
conferencia de la mañana del día 6, se dedicó la
última parte de la conferencia al estudio de los
medios, con que elevar en todo momento el espíritu
de moralidad de los alumnos internos y de los
socios en las casas salesianas. Los asambleístas
estuvieron de acuerdo en la conveniencia de
solidarizarse todos acerca de estos ocho puntos:
1.° Tratar a los alumnos con bondad para ganar
su confianza.
2.° Hacer sacrificios, cuando sea preciso, para
asistir y vigilar.
3.° Guardar nota del lugar, que cada alumno
ocupa en el dormitorio, en la clase, en el
comedor, en el estudio.
4.° Hacer una inspección por la noche en el
dormitorio.
((**It13.85**)) 5.°
Establecer que los jóvenes, al salir de paseo,
vayan de tres en tres, que no se hagan paradas y
no se dé a ninguno permiso para alejarse de las
filas.
6.° Recomendar a los muchachos que, por
urbanidad, tengan las manos sobre la mesa en la
clase y en el estudio.
7.° Animar mucho el recreo con los juegos que
más agradan a los muchachos.
8.° No prolongar demasiado el tiempo del
estudio para los pequeños o para los que están
poco ocupados.
Se estaba ya a punto de clausurar la discusión
y la reunión, cuando entró don Bosco, el cual, al
oír de qué se trataba, quiso decir su palabra
sobre el tema de la moralidad; una palabra muy
práctica, según solía. A los ocho puntos que se
habían fijado añadió uno más: templanza en el
comer carne y beber vino. Precisamente al exceso
de la carne y (**Es13.80**))
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