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útil. Al presente me encomiendo con toda
cordialidad a las caritativas bendiciones de V. R.
rogando al Señor la conserve por muchos años.
San Nicolás, 1.° de mayo de 1877.
JOSE FRANC.° BENITEZ
c) Don Bosco al señor Benítez (El
original en latín)
Al querido amigo y hermano, José
Francisco Benítez, saluda
con el mayor afecto en el Señor
Cada vez que recibo tus cartas, siempre
experimento un indecible gozo espiritual. Y es que
tus expresiones son, en todos los aspectos, unas
palabras de amigo benevolentísimo, de un padre
amantísimo y de un extraordinario bienhechor, que,
de palabra y obra, desea vivamente hacer el mayor
bien posible a los hijos de San Francisco y a su
Congregación.
Sigue así, verdadero amigo mío; ayuda a mis
hijos y, a través de ellos, ayudarás a la Iglesia
Católica. Pero recuerda que tu caridad no es sólo
para el presente, sino para el porvenir; es decir,
mientras nuestra humilde Congregación tenga hijos.
Si se me permite rogarte algo especial, te lo
diré de forma confidencial. Mis hijos, residentes
en Buenos Aires, por carencia de recursos, están
pasando dificultades económicas; por eso, el P.
Bodrato me escribió hace tiempo que no cuenta,
para él y sus compañeros, con más subsidios que
los procedentes de las limosnas de los fieles, que
acuden diariamente a la iglesia de Ntra. Sra. de
la Misericordia. ((**It13.934**)) Te
ruego, si está en tu mano hacer algo buenamente,
ayudes a estos hijos míos. Utilizo la expresión si
puedes, porque me son sobradamente conocidos los
muchos donativos que, tanto en San Nicolás de los
Arroyos como en Buenos Aires, repartes cada día.
Deseando, mientras, que sigas acumulando méritos,
fruto de tu gran magnanimidad, te prometo que,
desde el comienzo de este mes de mayo, celebraré
por ti una misa en el altar de María Auxiliadora y
nuestros alumnos ofrecerán asimismo la sagrada
Comunión y otras preces a Dios.
Que tengas buena salud y lo pases bien, alma
escogida, amigo fiel. Dios te guarde y te conserve
por muchos años. Yo, rezaré a Dios por ti mientras
viva; y, cuando el Creador me llame a la patria
eterna, esto mismo lo seguirán haciendo por
siempre mis hijos en Europa, Asia y América, según
espero. Amén.
Espero, como regalo precioso, otras cartas
tuyas, si te viene bien hacerlo. Entre tanto,
ruega a Dios por mí, y, en mutua unión espiritual,
luchemos varonilmente para coronarnos felizmente.
Otra vez, adiós.
Turín, 30 de abril de 1877.
JUAN BOSCO, Pbro.
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