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hizo el Alcalde, quisieron también hacerlo muchos
otros; pero hay que proceder con mucha prudencia y
despacio para recibir a los que desean el diploma.
Se ha determinado, a este propósito, imprimir
un Boletín, que será como el periódico de la
Congregación, pues son muchas las cosas que habrá
que comunicar a dichos Cooperadores. Se publicará
periódicamente como lazo de unión entre los
cooperadores y los socios salesianos. Espero que,
si correspondemos a la voluntad de Dios, no
pasarán muchos años sin que poblaciones y ciudades
enteras no se distinguirán de los salesianos más
que por sus viviendas. Si ahora son cien los
cooperadores, su número alcanzará millares y
millares y, si ahora somos mil, entonces seremos
millones, cuidando no aceptar e inscribir más que
a los más aptos. Espero que ésta sea la voluntad
del Señor.
Trabajemos por dar a conocer esta Obra: Dios la
quiere. De la Obra de María Auxiliadora ya se
habló. Querría que lo que se ha dicho, llegara a
oídos de todos los demás hermanos y también de
nuestros muchachos. Pero, como todos no están
presentes, encomiendo ((**It13.82**)) a los
directores que les expongan todo lo que he dicho
en una conferencia o de otra manera, más breve o
más amplia, con respecto a la Congregación, a
nuestras cosas, a las misiones y a los
Cooperadores Salesianos. Dígase que nosotros los
salesianos somos unos pobres hombres, pero que
somos instrumentos en las manos de Dios y que las
cosas dirigidas por nosotros son favorecidas por
el Señor. Si no lo viésemos, nos parecería una
fábula, pero es una realidad. Los hombres no
pueden hacer tanto: es Dios el autor. Se sirve de
nosotros para llevar a cabo su santo querer, para
cumplir sus designios. Y nos bendecirá.
>>Y ahora, pues, qué nos toca hacer a nosotros?
íSólo una cosa!
Cuando el Santo Pontífice me recibió en su
habitación, acostado en cama, porque estaba
enfermo, me manifestó varios pensamientos, entre
los cuales me dijo lo siguiente:
-Id; escribid a vuestros hijos y empezad a
decir ahora y repetir siempre, que no hay duda de
que la mano de Dios es la que guía vuestra
Congregación. Pero gravita sobre vosotros una gran
responsabilidad y vosotros debéis corresponder a
tanta gracia. Pero yo os digo, en nombre de Dios,
que si correspondéis a la ayuda divina con vuestro
buen ejemplo, si promovéis el espíritu de piedad,
si promovéis el espíritu de moralidad y
especialmente el de castidad, si este espíritu
permanece en vosotros, tendréis coadjutores,
cooperadores, ministros celosos, veréis
multiplicarse las vocaciones religiosas, ya sea
para vosotros, para vuestra Congregación, como
para las otras órdenes religiosas y también para
las Diócesis, que no carecerán de buenos
ministros, que harán mucho bien. íYo creo
revelaros un misterio! Estoy seguro de que esta
Congregación ha sido suscitada en estos tiempos
por la Divina Providencia para mostrar el poder de
Dios; estoy seguro de que Dios ha querido mantener
oculto hasta el presente un importante secreto
desconocido a tantos siglos y a tantas otras
Congregaciones pasadas. Vuestra Congregación es la
primera en la Iglesia, de nuevo cuño, aparecida en
estos tiempos, de modo que pueda ser Orden
religiosa y secular, que tenga voto de pobreza y,
al mismo tiempo, pueda poseer, que participe del
mundo y del claustro, cuyos miembros sean
religiosos y seculares, claustrales y libres
ciudadanos. El Señor manifestó esto en nuestros
días y esto quiero yo revelaros. La Congregación
fue instituida para que en el mundo, que, según la
expresión del Santo Evangelio, in maligno positus
est, se diese gloria a Dios. Fue instituida para
que se vea y haya manera de dar a Dios lo que es
de Dios y al César lo que es del César, según lo
que dijo Jesucristo en sus tiempos: Dad al César
lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y
os predigo, y escribidlo vos a vuestros hijos, que
la Congregación florecerá, se propagará (**Es13.78**))
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