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((**Es13.779**) II Aplicación del sistema preventivo La práctica de este sistema está apoyada en las palabras de San Pablo: La caridad es benigna y paciente... Todo lo sufre, todo lo espera y lo soporta todo (1 Cor 13,4.7). Por consiguiente, solamente el cristiano puede practicar con éxito el sistema preventivo. Razón y religión son los medios de que ha de valerse continuamente el educador, enseñándolos y practicándolos si desea ser obedecido y alcanzar su fin. 1) El director debe, en consecuencia, vivir consagrado a sus educandos y no aceptar nunca ocupaciones que le alejen de su cargo; aún más: ha de encontrarse siempre con sus alumnos de no impedírselo graves ocupaciones, a no ser que estén por otros debidamente asistidos. 2) Los maestros, los jefes de taller y los asistentes han de ser de acrisolada moralidad. Procuren evitar, como la peste, toda clase de aficiones o amistades particulares, con los alumnos, y recuerden que el desliz de uno solo puede comprometer a un instituto educativo. Los alumnos no han de estar nunca solos. Siempre que sea posible, los asistentes han de llegar antes que los alumnos a los sitios donde tengan que reunirse, y estar con ellos hasta que vayan otros a sustituirlos en la asistencia; no los dejen nunca desocupados. 3) Debe darse a los alumnos amplia libertad de saltar, correr y gritar a su gusto. La gimnasia, la música, la declamación, ((**It13.921**)) el teatro, los paseos, son medios eficacísimos para conseguir la disciplina y favorecer la moralidad y la salud. Procúrese únicamente que la materia de los entretenimientos, las personas que intervienen y las conversaciones que sostengan, no sean vituperables. Haced lo que queráis, decía el gran amigo de la juventud San Felipe Neri; a mí me basta que no cometáis pecados. 4) La confesión y comunión frecuente y la misa diaria son las columnas que deben sostener el edificio educativo del cual se quieran tener alejados la amenaza y el palo. No se ha de obligar jamás a los alumnos a frecuentar los santos sacramentos; pero sí se les debe animar y darles comodidad para aprovecharse de ellos. Con ocasión de los ejercicios espirituales, triduos, novenas, pláticas y catequesis, póngase de manifiesto la belleza, sublimidad y santidad de una religión que ofrece medios tan fáciles, como son los santos sacramentos, y a la vez tan útiles para la sociedad civil, para la tranquilidad del corazón y para la salvación de las almas. Así quedarán los muchachos espontáneamente prendados de estas prácticas de piedad y las frecuentarán de buena gana y con placer y fruto 1. 1 No hace mucho tiempo que un ministro de la reina de Inglaterra, visitando un colegio de Turín, fue conducido a una amplia sala donde estudiaban unos quinientos jóvenes. Fue grande su maravilla cuando observó tan gran multitud de chicos en perfecto silencio y sin asistentes. Se maravilló aún más al saber que a lo largo del año no se había registrado ninguna palabra que distrajera, ningún motivo para infligir ni amenazar ningún castigo. <<->>Cómo es posible obtener tanto silencio y tanta disciplina?, preguntó. Díganmelo. Y vos -añadió al secretario- tomad nota de cuanto se diga. -Señor, respondió el director del centro, el medio que usamos nosotros, no pueden usarlo ustedes. ->>Por qué? -Son arcanos revelados solamente a los católicos. ->>Cuáles son? -La frecuente confesión y comunión y la misa diaria bien oída. -Tiene usted razón, nos faltan estos medios de educación. >>No pueden ser suplidos por otros? -Si no se usan estos recursos religiosos, hay que recurrir a las amenazas y al palo. -Tiene usted razón. Tiene usted razón. O religión o palo; lo contaré en Londres>>. La tradición reconoció siempre en este ministro a Lord Palmerston. El 20 de diciembre de (**Es13.779**))
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