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En medio de tantos desconciertos no tengo nada
que me remuerda la conciencia, ya que no actúo
según mi capricho y no muevo una paja sin el
consejo y el conocimiento de nuestro óptimo
director don José, y de S. E. monseñor Fiorani, el
visitador. Sí, reverendísimo padre, ahora podemos
dar gracias a Dios al vernos libres de los
miembros infectados que impedían el resurgimiento
del Instituto. A pesar de todo, todavía quedan
obstáculos que proporcionan disgustos, y serían
tres o cuatro hermanos, coaligados con personas
ajenas a nuestra familia: y éstos, so capa de
celo, impiden el tan deseado desarrollo del
Instituto.
Monseñor Fiorani es hombre de buena fe, y cree
con facilidad a su criado, al señor Nicolás
Statuti y a cualquiera que le presente cosas que,
según sus cabezas, se creen que son buenas, pero
esencialmente son dificultades, y producen fuertes
disgustos para mí y para el bonísimo don José.
Y, a decir verdad, si no contase con nuestro
director, don José, que me sostiene, no me sería
posible resistir el peso de superior y, a esta
hora, me vería obligado a abandonar toda empresa.
Con la ayuda de Dios, estoy dispuesto a dar la
vida para sostener ((**It13.909**)) el
Instituto, pero, cada vez que no se viese el fruto
para la gloria de Dios, prefiero gozar mi paz, y
pensar en el bien de mi alma.
Mientras tanto, debo gratitud a vuestra
Paternidad por el bien que de usted recibo, y
reciben mis hermanos en la persona de don José,
nuestro bonísimo director, y verdadera copia del
Padre. Al mismo tiempo, en nombre de todos los
buenos hermanos, le suplico no nos deje, sino que
haga todo lo posible para restablecer pleno orden
en nuestro Instituto, porque, además del mérito
que alcanzará ante Dios y María Santísima,
nosotros se lo agradeceremos eternamente.
Con la esperanza de poder saludarle un día
personalmente, beso su mano sagrada, y pido para
mí y para mis hermanos la paternal bendición y me
profeso, de vuestra reverendísima Paternidad, su
hijo en J. C.
Roma, 22 de mayo de 1877.
Humilde y obediente
P. LUIS MARIA MONTI, de Milán
Conceptino
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Relación de don Bosco a Pío IX sobre los
Conceptinos
Beatísimo Padre:
La condición de Visitador Apostólico, con que
V. S. se dignó honrarme para buscar el mayor bien
al Instituto de los RR. Conceptinos, me impone el
deber de referir a V. S. cuanto se ha hecho y
parece debe hacerse en favor de estos religiosos.
Desde el principio, a fin de que se tratara todo
lo que había que hacer y fuesen fielmente
cumplidos los soberanos deseos de V. S., con el
Venerado Rescripto del 14 de noviembre de 1876,
establecía S. S. que se organizase un noviciado
regular para introducir la observancia religiosa y
reducir las Constituciones de los Conceptinos al
espíritu de las de la Congregación Salesiana,
siempre a salvo la finalidad a la que se dirige.
El abajo firmante, honrado con tal encargo, se dio
a estudiar las Constituciones de dichos hermanos
Conceptinos, el espíritu, la observancia religiosa
reinante entre ellos, y
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