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disgustarle, y se apresuró a terminar el trabajo
para escapar de la galería.
Durante el invierno 1, fue testigo de un
prodigio. Ayudaba la misa a don Bosco en la
capillita situada junto a su habitación, con un
compañero suyo que se llamaba Franchini. Al llegar
la elevación vieron al celebrante extático y con
un aire de paraíso en la cara: parecía que se
iluminara toda la capilla: después, poco a poco,
se levantaron sus pies de la tarima y quedó
suspendido en el aire durante más de diez minutos.
Los dos monaguillos no llegaban a alzarle la
casulla. Garrone, fuera de sí por la extrañeza,
corrió en busca de don Joaquín Berto, pero no le
encontró. Volvió y llegó precisamente cuando don
Bosco descendía, pero en el lugar aleteaba un algo
de paraíso 2.
Terminada la misa y terminado también el largo
momento de acción de gracias, Garrone le sirvió el
café de costumbre y le dijo:
-Don Bosco, pero >>qué le pasó esta mañana en
el momento de la elevación? >>Por qué subió tan
alto, tan alto?
Don Bosco le miró un instante y después le
dijo:
-Toma tú también un poco de café. Garrone, que
se dio cuenta de que no quería hablar del asunto,
sorbió en silencio su café. Por tres veces asistió
a esta levitación de don Bosco durante la santa
misa.
Los jóvenes del <> cultivaban
también con las flores, como ya se ha dicho, unas
plantas de alubias dentro de unos tiestos llenos
de tierra y colocados ante las ventanas de la
galería, para que, juntamente con las parras,
impidieran la penetración de los rayos del sol en
las habitaciones de don Bosco. Cuando las judías
estaban maduras, las ((**It13.898**)) hacía
cocer para que las comieran los jardineros.
-También os haré cocer a vosotros, solía decir
entonces.
En 1879, reunidos todos sus fríjoles, como él
llamaba a los muchachos del <>, les
dio una conferencia y les dijo al final:
-Algunos de vosotros irán a casa de vacaciones;
uno irá con el deseo de volver al Oratorio, pero,
dominado por los parientes, irá al seminario.
Otros volverán para tomar la sotana y quedarse con
don Bosco. Uno morirá. Otro, de vuelta para hacer
los ejercicios, no podrá ir a Lanzo, porque tendrá
que asistir a un compañero moribundo.
1 Escribe don Evasio Garrone: <>. Es un fallo de memoria
puesto que ya había pasado mucho tiempo cuando él
escribía. Desde el 30 de diciembre de 1878 a
principios de la primavera, don Bosco estuvo
ausente del Oratorio. El hecho debió suceder en
diciembre de 1878: la idea del invierno le hizo
pensar en enero.
2 El altar del prodigio había ido a parar al
instituto de santa Rosa de las Hijas de María
Auxiliaaora en Moncrivello (Vercelli); la madre
general Luisa Vaschetti, de acuerdo con el deseo
de los salesianos, dispuso que se restituyera a
las habitaciones del Beato, donde hoy se
encuentra. Véase: GIRAUDI, L'Orarorio di don
Bosco, pág. 132.
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