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((**Es13.76**) Señor y darle gracias. >>Quién de nosotros se atrevería a renunciar a la dicha de ser mártir? Espero que Dios nos proteja y que se pueda hacer también algún bien allá, en la Patagonia, sin pagar tributo a los salvajes siendo asesinados y comidos. Debo también deciros que nos llegan de todas partes del nuevo mundo muchas peticiones para fundar otras casas. En Santiago, capital de Chile, nos ofrecen la administración de un hospicio. Se nos pide también que tomemos la dirección de un seminario en Concepción, última ciudad hacia la Patagonia. El Ayuntamiento apoya la petición y está dispuesto a socorrernos. En Paraguay, en Brasil y en otras partes nos esperan para establecer colegios, seminarios, hospicios. En América han llegado las cosas a tal punto que no se puede desear más. Pero nosotros debemos esperar a tener más medios y más fuerzas. Don Pedro Ceccarelli escribió una carta en la que decía: la Congregación Salesiana es verdaderamente bendecida por el Señor, porque sólo en cuatro meses ha hecho en América lo que las demás congregaciones han hecho en cuatro siglos. Es una expresión que yo no quería manifestaros, pero os la digo porque puede servir de estímulo para hacer progresar con mayor empuje la obra comenzada. Cobremos ánimos, puesto que Dios bendice nuestros esfuerzos, pero quiere que correspondamos, como dice san Pablo. Y ahora vengamos a Italia. Estuve en Roma. Me decían que los jóvenes de aquellos lugares son diferentes de los de aquí, que no es posible acercarse a los muchachos, que no sería posible establecer los oratorios o por lo menos no serían semejantes, por cierto, al de Turín. Será cosa de milagro, pero en Ariccia se abrieron las escuelas elementales, que antes estaban en manos de protestantes, por deseo y a instancia de las autoridades del lugar y del Padre Santo. Nuestras escuelas diurnas se llenaron; los protestantes se dedicaron desesperadamente a dar clases particulares y, para tener alumnos, les entregaban gratuitamente todo lo necesario, papel, plumas, libros y cuadernos. A pesar de ello quedaron muy pocos o ninguno. Cuando yo llegué allí, aun esos pocos abandonaron, para mi gran satisfacción, a los maestros del error y los dejaron solos. De seguir así, los protestantes quebrarán en poco tiempo. Y no sólo se han llenado las clases diurnas, sino también las nocturnas de adultos. Abriremos también el oratorio festivo y hagan los protestantes en hora buena lo que quieran. En Albano tenemos también que dar clase a los alumnos del bachillerato municipal o seminario menor, y están tan entusiasmados con los salesianos y tan satisfechos de ellos que ya no se puede desear más. A mi ((**It13.80**)) llegada lo primero que me pidieron aquellos clérigos fue confesarse, y cuando entré en casa, me encontré con una comisión de estudiantes externos para obtener el favor de confesarse todos conmigo. Y yo confesé desde la mañana muy temprano hasta las doce, y siempre de manera muy satisfactoria, sin que yo tuviese nada que añadir, como hago aquí. Algunos que habían venido para confesarse a las seis de la mañana y les tocó el turno a las doce, esperaron con admirable paciencia. Era imposible hacer más. Y aquí, además de este bachillerato público, quiere el Ayuntamiento que haya también un colegio para externos e internos, y ya hemos visitado un local que se preparará para este fin. El cardenal Di Pietro, obispo de Albano, ofrece su seminario a los salesianos, asegurando que habría una mies abundante. Sabe que nosotros no queremos dinero, sino trabajo. A dos horas de tren de Roma hacia Toscana, al lado opuesto de Albano y Ariccia, se encuentra la ciudad de Magliano, lugar famoso por su gran inmoralidad. También allí vi muchachos dóciles y respetuosos, y para que no me escapara sin confesarlos, pidieron al director que no me dejara marchar, y el Obispo, cuando estaba a punto de salir, vino a invitarme para que confesara a los externos y a los internos. Y tuve (**Es13.76**))
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