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Señor y darle gracias. >>Quién de nosotros se
atrevería a renunciar a la dicha de ser mártir?
Espero que Dios nos proteja y que se pueda hacer
también algún bien allá, en la Patagonia, sin
pagar tributo a los salvajes siendo asesinados y
comidos.
Debo también deciros que nos llegan de todas
partes del nuevo mundo muchas peticiones para
fundar otras casas. En Santiago, capital de Chile,
nos ofrecen la administración de un hospicio. Se
nos pide también que tomemos la dirección de un
seminario en Concepción, última ciudad hacia la
Patagonia. El Ayuntamiento apoya la petición y
está dispuesto a socorrernos. En Paraguay, en
Brasil y en otras partes nos esperan para
establecer colegios, seminarios, hospicios. En
América han llegado las cosas a tal punto que no
se puede desear más. Pero nosotros debemos esperar
a tener más medios y más fuerzas. Don Pedro
Ceccarelli escribió una carta en la que decía: la
Congregación Salesiana es verdaderamente bendecida
por el Señor, porque sólo en cuatro meses ha hecho
en América lo que las demás congregaciones han
hecho en cuatro siglos. Es una expresión que yo no
quería manifestaros, pero os la digo porque puede
servir de estímulo para hacer progresar con mayor
empuje la obra comenzada. Cobremos ánimos, puesto
que Dios bendice nuestros esfuerzos, pero quiere
que correspondamos, como dice san Pablo.
Y ahora vengamos a Italia. Estuve en Roma. Me
decían que los jóvenes de aquellos lugares son
diferentes de los de aquí, que no es posible
acercarse a los muchachos, que no sería posible
establecer los oratorios o por lo menos no serían
semejantes, por cierto, al de Turín. Será cosa de
milagro, pero en Ariccia se abrieron las escuelas
elementales, que antes estaban en manos de
protestantes, por deseo y a instancia de las
autoridades del lugar y del Padre Santo. Nuestras
escuelas diurnas se llenaron; los protestantes se
dedicaron desesperadamente a dar clases
particulares y, para tener alumnos, les entregaban
gratuitamente todo lo necesario, papel, plumas,
libros y cuadernos. A pesar de ello quedaron muy
pocos o ninguno. Cuando yo llegué allí, aun esos
pocos abandonaron, para mi gran satisfacción, a
los maestros del error y los dejaron solos. De
seguir así, los protestantes quebrarán en poco
tiempo. Y no sólo se han llenado las clases
diurnas, sino también las nocturnas de adultos.
Abriremos también el oratorio festivo y hagan los
protestantes en hora buena lo que quieran.
En Albano tenemos también que dar clase a los
alumnos del bachillerato municipal o seminario
menor, y están tan entusiasmados con los
salesianos y tan satisfechos de ellos que ya no se
puede desear más. A mi ((**It13.80**)) llegada
lo primero que me pidieron aquellos clérigos fue
confesarse, y cuando entré en casa, me encontré
con una comisión de estudiantes externos para
obtener el favor de confesarse todos conmigo. Y yo
confesé desde la mañana muy temprano hasta las
doce, y siempre de manera muy satisfactoria, sin
que yo tuviese nada que añadir, como hago aquí.
Algunos que habían venido para confesarse a las
seis de la mañana y les tocó el turno a las doce,
esperaron con admirable paciencia. Era imposible
hacer más.
Y aquí, además de este bachillerato público,
quiere el Ayuntamiento que haya también un colegio
para externos e internos, y ya hemos visitado un
local que se preparará para este fin. El cardenal
Di Pietro, obispo de Albano, ofrece su seminario a
los salesianos, asegurando que habría una mies
abundante. Sabe que nosotros no queremos dinero,
sino trabajo.
A dos horas de tren de Roma hacia Toscana, al
lado opuesto de Albano y Ariccia, se encuentra la
ciudad de Magliano, lugar famoso por su gran
inmoralidad. También allí vi muchachos dóciles y
respetuosos, y para que no me escapara sin
confesarlos, pidieron al director que no me dejara
marchar, y el Obispo, cuando estaba a punto de
salir, vino a invitarme para que confesara a los
externos y a los internos. Y tuve (**Es13.76**))
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