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almas. Hay, además, avisos, que no conviene que
los des tu, y que harás que los den éstos, aunque
será muy oportuno que tú señales el tema a tratar.
Dicho esto, hizo una importante observación de
carácter general.
-Nuestro gran interés, añadió, está
precisamente en saber hacer trabajar a los demás.
Cuando se encuentra alguien que se sobrecarga
voluntariamente de ciertos trabajos y los hace
bien y a gusto, entonces ése nos alivia el
trabajo. Y cuando uno no resulta, se busca otro.
Antiguamente la preocupación mayor de don Bosco en
el Oratorio fue la de encontrar personas que le
ayudasen.
Volvió después a otras observaciones
particulares.
-Desde luego, le dijo, haz de manera que
nuestros novicios aprendan a escribir bien las
cartas. No se comprende cómo en esto fallen
también las personas instruidas y los sacerdotes.
Y, sin embargo, precisamente para nosotros, es
algo muy importante. Una familia, a veces, juzga
no sólo a un individuo, sino a un colegio entero y
a toda una congregación por una carta que recibe
de algún hermano. Por culpa de alguna carta mal
escrita por un prefecto, fueron sacados de un
colegio muchos jóvenes. Hagamos, por tanto, así:
dirás a todos los novicios que, en la próxima
novena de la Inmaculada Concepción, me escriban
una carta; pero sepan todos que ((**It13.888**)) la
quiero escrita con todas las reglas que se deben
observar para que una carta esté bien hecha.
Concederé un premio a las dos mejores. El tema de
la carta es de libre elección. Pero, cuéntenme
algún suceso de su vida, augúrenme una buena
fiesta, o díganme todo lo que quieran decir, mas
cada uno escriba lo mejor que pueda. Para
lograrlo, lean el apéndice del reglamento; mejor
aún, hágaseles una explicación. Así obtendremos
nuestro intento.
Pasóse luego a examinar si convenía sacar de un
cargo a un clérigo del Oratorio que hacía mucho
bien, para enviarlo a un colegio en donde el que
fungía aquel mismo cargo no tenía éxito. Don Bosco
observó:
-No descompongamos nunca un puesto para
arreglar otro.
De allí pasó la conversación al inmenso bien
que se realiza en casa y en general por la
Congregación. Don Bosco habló así:
-Dijo muy bien ayer don Juan Cagliero: ícuántos
jóvenes tenemos que podrían muy bien alternar con
san Luis! Sí, hay muchos que conservaron la
inocencia bautismal y que siguen guardándola aquí
en el Oratorio, aunque están en la edad más
peligrosa. Son muchos los que, ya vencidos
diversas veces por el demonio, apenas llegaron
aquí, han cambiado de vida. Parece que entran en
otra atmósfera: olvidan,
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