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malos sentimientos de muchos, que desean estas
luchas, para apoyarse en una palabra imprudente,
en una frase ambigua, en un pensamiento exagerado
y encontrar allí motivo para tratarnos mal. Pero
lo que más importa es que debemos persuadirnos de
que se viven tiempos malos. Las autoridades buscan
pretextos para ensañarse contra las instituciones
religiosas, y han encontrado pretexto casi para
todas y han hecho mangas y capirotes. A nosotros
nos han dejado en paz hasta ahora, y creo que
generalmente obran así, no porque nos quieran,
sino porque nosotros buscamos todas las maneras de
no molestar y procuramos, diría yo, atravesar bajo
la lluvia sin mojarnos; hacen así también, porque
nosotros nunca hemos alzado la voz contra quien
empezaba a molestarnos y porque siempre se usó
suma prudencia y cautela, lo mismo en el hablar
que en el escribir. Mira, yo siempre tuve en las
manos el hilo de las cosas y pude conocer las
redes que se iban urdiendo; pero nunca permití que
se escribiese una sola línea que nos pudiese
comprometer de algún modo. Y, yendo adelante, se
seguirá el mismo sistema. Nosotros tenemos un
campo amplísimo en el Boletín: hay que dar a
conocer nuestras obras, sin inmiscuirnos en
cuestiones espinosas. De este modo nuestras ideas
se difunden pacíficamente, se hace mucho bien y
todo marcha a las mil maravillas. Ponte en cambio
a batallar: mañana vendrá uno que polemiza contra
ti, rebatiendo tu proposición con un artículo;
pasado mañana, un periodista, irritado por una
violenta expresión tuya, escribirá barbaridades
contra nosotros; otro día, una autoridad
cualquiera encontrará motivo para ofenderse por
una observación que no fue bastante considerada y
que arma ruido, y da cuenta de ello al Ministerio;
y entonces por todas partes se abren los ojos
sobre ((**It13.883**))
nosotros, se provoca la alarma y se nos reduce a
no poder hacer nada y hasta ser perseguidos
directamente.
-Observa las Lecturas Católicas. íCuánto bien
se ha hecho con ellas! Ahora bien, seguramente no
hay un periódico que salga desde hace tanto tiempo
y no haya tenido grandes molestias o no haya sido
perseguido. Algunos fueron suspendidos; pero
nuestras Lecturas siguieron siempre tranquilas su
camino. Para obtener esto, he tenido que soportar
en distintas ocasiones molestias de autores, que
querían a toda costa publicar algunos libritos en
nuestras Lecturas; tuve que soportar graves
dificultades con autoridades eclesiásticas, que
querían introducir asuntos políticos en estos
libritos. Siempre me opuse a todo eso, y así se
anduvo siempre bien. Sólo una vez se armó un poco
de ruido, y fue cuando el Obispo de Ivrea, de
feliz memoria, me ordenó imprimir un número, cuyo
título no recuerdo ahora, pero fue cosa de un
momento. Créeme, si quieres que hagamos el bien, y
lo hagamos siempre,
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