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periódicos políticos vieran en aquella inscripción
una alusión a las cosas de Italia.
La audiencia pontificia se esfumó.
Completaremos aquí la narración del capítulo XIII,
valiéndonos de las cartas escritas entonces por
don Joaquín Berto a don Miguel Rúa. El día 5 de
marzo, martes, el cardenal Oreglia llevóse consigo
a don Bosco al ir a la audiencia de Su Santidad.
Hacia el mediodía, éste y el ((**It13.865**))
secretario se unieron a un grupo de señores, que
esperaban ante el despacho del Secretario de
Estado, cuando León XIII entró, desde el despacho
de Pío IX y, al llegar a don Bosco, le dijo:
->>Pero usted está en Roma?
-No, Santidad, resido en Turín, pero ahora
estoy aquí. Desearía un momento de audiencia
privada.
-Sí, venga esta tarde, a la hora del Avemaría.
Hacia las seis de la tarde estaba el Beato en
la antecámara; pero monseñor Cataldi, que todavía
actuaba como Maestro de Cámara, le dijo:
-Su Santidad me ha dicho: -Si viene don Bosco,
dígale que esta tarde estoy muy ocupado; que venga
mañana a las once.
Precisamente en aquel momento, el Papa concedía
audiencia al Arzobispo de Turín, que estuvo con él
desde las cinco y media hasta las siete. Poco
antes de que Monseñor fuera recibido por el Papa,
habían entrado también dos cardenales.
Así que don Bosco volvió al Vaticano el día 6
por la mañana, a las once. Monseñor Macchi, que
había tomado posesión aquella mañana de su cargo
con el nuevo Papa, se acercó a don Bosco y, en
tono más bien imperativo, le dijo:
-Su Santidad me encarga que le diga que esta
mañana tiene tanta gente, que no puede recibirle.
Yo le avisaré a su casa, quizá para esta misma
tarde o para mañana por la tarde. >>En dónde se
encuentra?
-En Torre de'Specchi.
El cardenal Oreglia, que sabía que el Papa
deseaba ver a don Bosco, fue a hablar con monseñor
Macchi, el cual se excusó y prometió avisar;
pero, la tarjeta para la audiencia no llegaba
nunca. Entonces el Cardenal, como debía ir al
Vaticano, tomó a don Bosco consigo a manera de
secretario, dado que los cardenales se presentan
en el Vaticano acompañados siempre por un
capellán. El Cardenal entró al despacho del Papa,
diciendo a don Bosco que él mismo pediría la
audiencia. Don
fortaleza, y con la cual no supo romperse ni
doblegarse y siempre hizo fracasar tanto a los
enemigos de la Iglesia como sus inicuas
esperanzas).
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