((**Es13.710**)
6. A la marquesa Fassati
También aquí habla de veinte casas abiertas
durante el año; veremos más adelante de qué manera
hacía las cuentas.
((**It13.838**))
Benemérita señora Marquesa:
Muchas veces, señora Marquesa, sin ni siquiera
habérselo pedido, vino en nuestra ayuda. Ahora soy
yo mismo quien lo pide, en nombre del Señor, y
estoy seguro de que, si puede, usted nos ayudará.
Escuche.
El desarrollo casi irresistible de nuestra
Congregación, las urgentes necesidades de la
religión nos hicieron abrir casas con dispendios
superiores a nuestras fuerzas. En un año hemos
abierto veinte. Las misiones abiertas en América,
la abundante mies que nos presentan aquellas
repúblicas y los mismos salvajes; la expedición de
misioneros y los que se preparan para partir; la
iglesia de San Juan Evangelista para levantar un
dique a los protestantes, que han invadido uno de
los barrios mas poblados de esta ciudad: todos
estas empresas nos han cansado y endeudado.
Por consiguiente, si en su caridad pudiese
socorrernos, sería éste un momento oportuno. Yo sé
todo lo que ya ha hecho por nosotros y lo que hace
para otros. Por tanto, estoy agradecido a los
beneficios recibidos, y solamente le expongo
nuestra necesidad, confiando en su caridad, dentro
de los límites que le sean posibles y que el Señor
le inspire.
Ruégole, sin embargo, que esté segura de que,
haga lo que haga, nosotros, le estamos muy
reconocidos por la beneficencia ya hecha, y que no
dejaremos de rezar cada día por sus seres queridos
que Dios ha llamado ya a Sí; rogaremos de un modo
especial por usted, a fin de que Dios la conserve
con buena salud, le conceda el precioso regalo de
la perseverancia en el bien y el premio celestial
en el reino de la gloria.
Recomiendo mi pobre alma a la caridad de sus
santas oraciones, mientras me cabe el honor de
profesarme en Jesucristo,
Turín, 23 de octubre de 1878.
Su atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. Le envio la carta a Montemagno, donde
espero pueda leerla más tranquilamente
7. A la señora Teresa
Vallauri
La insigne cooperadora, hermana de don Pedro,
ya es conocida por los lectores. Sufría una
dolorosa enfermedad, que el 10 de marzo de 1879
acabó con ella. En los crueles espasmos del dolor,
Dios le concedió una paciencia heroica. Era una
mujer prudente, llena de caridad que, cuando hizo
testamento, puso aparte una cantidad, que quiso
consignar personalmente en manos de don Bosco para
las Obras y Misiones Salesianas.
(**Es13.710**))
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