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deber, ya sea que usted se encuentre en Turín, ya
sea que permanezca todavía en Vignale.
Me duele mucho la noticia que me da de nuestros
alumnos de Vignale. Yo fui a Lanzo a primeros de
junio y no encontré a ninguno de ellos en la
enfermería; volví a primeros de este mes, estuve
allí diez días; pero en la enfermería no había
ninguno. Es preciso, por consiguiente, que todas
las desgracias vayan a caer sobre mis amigos de
Vignale, especialmente sobre los jovencitos
Ravizza que yo había recomendado mucho al
Director. Quiero rezar y hacer rezar mucho por
ellos, a fin de que Dios les bendiga y les
devuelva la salud. Esperemos ser escuchados.
Desgraciadamente, aumenta cada día más la falta
de sacerdotes. Yo trabajo con todas mis fuerzas
para prepararlos. Algo se hace y algo más se
haría, de contar con medios. Pero esto no es más
que una gota de agua en medio de un terreno
chamuscado. Rogemus Dominum messis, ut mittat
operarios in ((**It13.837**)) messem
suam (Roguemos al Señor de la mies, que envíe
operarios a su mies). Antes de que acabe la
próxima semana espero todavía poderle enviar un
profesor nuestro para que, al menos durante algún
tiempo, tenga la comodidad de la misa.
Sigo en Sampierdarena, 16, 9, 1878.
Nuestras monjitas están ya tan repartidas que,
por ahora no pueden ir, como deseaba, a recibir
alguna lección de las estupendas maestras de su
asilo.
Sin embargo, le agradezco la invitación y la
hospitalidad que promete a las mismas.
Espero también darme un paseo a Vignale, pero
no puedo, por el momento, fijar la fecha. Lo que
es cierto es que necesito dinero. Esta mañana vino
el maestro de obras de la iglesia de San Juan
Evangelista, muy avergonzado, a decirme que, si no
le entrego una cantidad notable del dinero que le
debo, se verá obligado a suspender los trabajos.
Yo no tengo absolutamente nada. íSi usted pudiese
ayudarme en honor a Pío IX!íSería un gran remedio!
íPero, a saber cómo andará su ministro de
hacienda!
Usted pide noticias de nuestras cosas y yo le
digo que moral y científicamente marchan bastante
bien, gracias a Dios. Este año tenemos trescientos
muchachos que pasarán a clérigos; no será menor el
número de los que se van preparando para otro año.
Es verdad que se reparten entre varias diócesis,
pero son siempre obreros de la viña evangélica.
Aquí, en Sampierdarena, tenemos doscientos
jóvenes mayores, llamados Hijos de María, que
aspiran al estado eclesiástico. Puede decirse que
son un verdadero tesoro. Pero también aquí la
antífona de costumbre. El panadero niega el pan,
porque tienen una deuda de más de once mil liras a
pagar.
Como ve, no les faltan preocupaciones; pero
estamos compensados con el éxito de la disciplina
y la moralidad de nuestras casas. De un año para
acá, hemos abierto veinte, seis de ellas en
Uruguay y en la República Argentina cerca de los
salvajes.
Dios la bendiga, mi buena mamá, y bendiga con
usted a toda su familia, a sus hijas y a sus
familias. Que Dios conceda a todas santidad y
salud en abundancia. Ruegue por este pobrecito,
que siempre será en Jesucristo
Su atto. y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. Los jóvenes que actualmente hay en
nuestras casas son veintisiete mil.
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