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escuela, saltaba de la cama y daba un formidable
puñetazo sobre la mesita de noche, gritando:
-Omnia possum in eo, qui me confortat!
Don Cipriano, su vecino de buhardilla, las
primeras veces se asustaba y le preguntaba si
estaba loco.
-Poco me falta, respondía el otro; pero en
seguida se serenaba.
Entre las cosas que había aprendido de sus
profesores estaba en primer lugar el fervor, con
que procuraban infundir la piedad en los alumnos.
El quería imitarlos. Un día explicó en clase que
sería algo muy bueno y agradable a don Bosco y al
Señor, si cada mañana hubiera algunos que se
acercaran al comulgatorio; que eligiera, por
tanto, cada uno un día de la semana para hacer la
santa comunión. Ninguno se negó. Entonces el
diligente maestro eligió un papel elegante con
adornos, flores y cenefas doradas, escribió en él
los nombres de los alumnos distribuidos en siete
grupos y acudió muy contento a don Bosco, para que
lo aprobase y pusiese su firma. El Beato lo miró
cariñosamente, alabó su celo para promover la
comunión frecuente pero le dijo:
-Yo no pongo ahí mi firma.
->>Y por qué, don Bosco, no quiere firmar una
cosa tan buena?
-Como buena es bonísima; pero debe ser
espontánea. Mira, si yo pusiese ahora ahí mi
firma, tus alumnos podrían suponer que don Bosco
manda comulgar, y éste no es nuestro sistema.
Además, tú, si uno de tus muchachos no comulga el
día establecido, no debes reñirle; más aún, no
debes manifestar que te das cuenta de ello.
Animar, animar, y nada más. ((**It13.828**)) Un día
le llamó sin ningún aparente motivo; pero Vacchina
supo más tarde la razón: el prefecto interno se
había quejado de él. En consecuencia, el Beato le
preguntó algunos detalles sobre sus ocupaciones y,
finalmente, si todos los superiores estaban
contentos de él.
-No todos, respondió. El prefecto me ha reñido,
porque había tratado mal a los músicos, que, a la
verdad, se creen privilegiados, y me ha dicho que
estaba dispuesto a quitarme las clases.
-Hay que tener paciencia, replicó don Bosco.
También la música sirve para educar. Pero, >>quién
te dio las clases, querido Vacchina?
-Usted, don Bosco.
-Pues bien el que te las dio, no te las quita;
házselo saber a quien corresponda. A pesar de
todo, yo estoy contento de ti. Sigue haciendo lo
que puedas; Dios hará lo demás.
El curso empezado el 15 de octubre, terminó el
9 de septiembre. El maestro del primer curso
inferior tuvo la satisfacción del éxito de sus
(**Es13.701**))
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