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((**Es13.701**) escuela, saltaba de la cama y daba un formidable puñetazo sobre la mesita de noche, gritando: -Omnia possum in eo, qui me confortat! Don Cipriano, su vecino de buhardilla, las primeras veces se asustaba y le preguntaba si estaba loco. -Poco me falta, respondía el otro; pero en seguida se serenaba. Entre las cosas que había aprendido de sus profesores estaba en primer lugar el fervor, con que procuraban infundir la piedad en los alumnos. El quería imitarlos. Un día explicó en clase que sería algo muy bueno y agradable a don Bosco y al Señor, si cada mañana hubiera algunos que se acercaran al comulgatorio; que eligiera, por tanto, cada uno un día de la semana para hacer la santa comunión. Ninguno se negó. Entonces el diligente maestro eligió un papel elegante con adornos, flores y cenefas doradas, escribió en él los nombres de los alumnos distribuidos en siete grupos y acudió muy contento a don Bosco, para que lo aprobase y pusiese su firma. El Beato lo miró cariñosamente, alabó su celo para promover la comunión frecuente pero le dijo: -Yo no pongo ahí mi firma. ->>Y por qué, don Bosco, no quiere firmar una cosa tan buena? -Como buena es bonísima; pero debe ser espontánea. Mira, si yo pusiese ahora ahí mi firma, tus alumnos podrían suponer que don Bosco manda comulgar, y éste no es nuestro sistema. Además, tú, si uno de tus muchachos no comulga el día establecido, no debes reñirle; más aún, no debes manifestar que te das cuenta de ello. Animar, animar, y nada más. ((**It13.828**)) Un día le llamó sin ningún aparente motivo; pero Vacchina supo más tarde la razón: el prefecto interno se había quejado de él. En consecuencia, el Beato le preguntó algunos detalles sobre sus ocupaciones y, finalmente, si todos los superiores estaban contentos de él. -No todos, respondió. El prefecto me ha reñido, porque había tratado mal a los músicos, que, a la verdad, se creen privilegiados, y me ha dicho que estaba dispuesto a quitarme las clases. -Hay que tener paciencia, replicó don Bosco. También la música sirve para educar. Pero, >>quién te dio las clases, querido Vacchina? -Usted, don Bosco. -Pues bien el que te las dio, no te las quita; házselo saber a quien corresponda. A pesar de todo, yo estoy contento de ti. Sigue haciendo lo que puedas; Dios hará lo demás. El curso empezado el 15 de octubre, terminó el 9 de septiembre. El maestro del primer curso inferior tuvo la satisfacción del éxito de sus (**Es13.701**))
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