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religiosas y honestas diversiones. Lo que nuestros
clérigos hacen con los muchachos, lo hacen también
las hermanas con las muchachas.
De Borgo San Martino pasemos al segundo
colegio, que es el de Lanzo. También aquí hubo
notable aumento de alumnos. A pesar de la amplitud
del edificio, este año estuvo casi al completo.
íQué admirable es la divina Providencia! Hizo
crecer aquel colegio maravillosamente también en
cuanto a la moral de los alumnos. En Lanzo había
plaza para mayor número.
En agosto del año pasado se terminó el
ferrocarril y acudieron a la inauguración algunos
ministros, diputados y senadores. Como el
Ayuntamiento de Lanzo no tenía local adaptado,
pidió al Director del colegio, que es municipal,
obtuviese de nuestro Superior licencia gratuita
para poner las galerías y jardines a disposición
de los invitados que representaban al Rey. Fueron
los ministros y el colegio les tributó una solemne
recepción, visitaron sus dependencias y estuvieron
allí hora y media. Con este suceso se armó mucho
ruido, se temía que tuviésemos que sufrir algún
perjuicio por causa de las opiniones que no
examinan las cosas en su verdadero sentido, pero,
al contrario, hemos ganado mucho. Al saberse que
había sido visitado por los ministros, se
acrecentó su fama, creyeron todos que es un
colegio de importancia y aumentó en consecuencia
el número de ((**It13.72**))
alumnos.
No hablaré de la salud de aquellos muchachos
porque Lanzo es un lugar de salud por excelencia,
y la única preocupación de los muchachos es la de
saciar las ganas de comer, a pesar de lo abundante
que es el alimento que se les da. La piedad, la
conducta y la aplicación a los estudios marchan
normalmente. Pero se siente la falta de algunos
sacerdotes, que hubo que trasladar a otros
colegios, o como don José Scappini que tuvo que ir
a Roma. Estos dejaron un vacío que deberán colmar,
o compensar, con una sobrecarga de trabajo los que
allí se encuentran. Esperamos que con la ayuda de
los nuevos clérigos los Superiores no dejarán nada
que desear para la buena marcha de este colegio.
También se introdujeron en él las monjas para
cuidar de la ropería.
Pasemos ahora a Varazze. Por las referencias de
su Director he sabido que las cosas van muy bien
con respecto al estudio y a la moralidad. Por
consiguiente hay motivo para alegrarnos. El
colegio está al completo y no puede ensancharse,
porque es propiedad del Ayuntamiento y además el
terreno que lo rodea no permite ampliaciones. Es
más, nuestros clérigos van a la ciudad a dar clase
a los externos, que, habiendo aumentado en número,
obligaron al Ayuntamiento a alquilar nuevos
locales. La buena conducta de los muchachos debe
atribuirse al celo de los hermanos.
De Varazze vamos a Alassio. El nuevo edificio,
que se comenzó hace tres años, se terminó en 1876.
Es un palacio que constituye la maravilla de
Alassio. Los viajeros del ferrocarril admiran
desde el tren el esbelto y hermoso edificio y los
vecinos se glorían y se consideran afortunados por
tener en su ciudad un colegio de don Bosco. Este
palacio, que el año pasado estaba deshabitado, ha
sido ya ocupado, y el número de alumnos subió a
doscientos, a pesar de que los Superiores fueron
muy rigurosos para la admisión. Hay motivo para
estar satisfechos porque la moralidad ha mejorado.
No porque en años anteriores no se observase este
importantísimo punto, sino que ha mejorado tal vez
por la mayor comodidad de los locales; se pudieron
hacer las divisiones convenientes y especialmente
se pudo separar el bachillerato preuniversitario
del resto del colegio. Con ello se favorecieron
mucho las prácticas religiosas. Los bachilleres
superiores, que en tiempos pasados dejaban mucho
que desear, son este año modelo de todos los
demás.
Por aquella zona los salesianos son muy
apreciados y hay numerosas peticiones de diversas
poblaciones de Liguria para que don Bosco
establezca en ellas un colegio.(**Es13.70**))
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