Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es13.698**) No sabemos por qué motivo Rossi se quejó del mal trato que había recibido de un proveedor; debieron llegar las cosas a tal extremo, que fue menester poner remedio. Don Bosco opinó que convenía escribir a aquel señor una carta amable, pero firme, y la escribió de su puño y letra y la hizo copiar. El autógrafo del borrador se conserva en nuestros archivos, y dice así: Apreciado Señor: Algunos asuntos de mi obligación me tuvieron ausente por algunos días, sin responder a la suya del 17 p. pdo. Debo decirle que, dado que mi educación no me permite emplear ((**It13.824**)) vocablos vulgares como se acostumbra, pensaré en lo que debo hacer para salvar mi reputación y la de la dirección, que tengo el honor de representar, e impedir que se renueven las escenas, que solamente en su despacho han tenido lugar conmigo y con otros de esta casa. De acuerdo con su consejo, no me presentaré a usted para hacer ningún pago; por tanto, me enviará usted persona debidamente autorizada, y no dude de que emplearé todas las atenciones de urbanidad, que corresponden a una persona honrada JOSE ROSSI, Proveedor Hay un suceso que encierra su gran bondad con los coadjutores. Cayetano Rizzaghi había salido de la Congregación en un momento de mal humor; pero no se encontraba tranquilo. A menudo, la nostalgia le impelía a acercarse a la puerta de la casa, que nunca debió haber abandonado, donde deploraba el bien perdido. Su asiduidad llamó la atención de los Superiores, los cuales le permitieron hacer los ejercicios espirituales. La meditación sobre el hijo pródigo rompió su corazón. Apenas terminó, corrió derechamente a don Bosco, se arrojó a sus pies y, entre sollozos, comenzó a gritar, tan fuerte que se le oía por toda la casa: -Padre, ítampoco yo soy digno de ser llamado hijo suyo! Ante aquella escena, don Bosco lo tomó de la mano, lo levantó, lo consoló y lo acompañó él mismo hasta el Director, a quien dijo: -Trátalo bien, >>sabes? Es un gran amigo mío. Ante aquellas palabras Rizzaghi empezó a llorar a lágrima viva, y exclamó: -íAhora estoy en el paraíso! íAh, si yo pudiese lavar aquella mancha! A partir de aquel día, al oír nombrar a don Bosco, no podía contener las lágrimas. Llegado a punto de muerte, bendecía el momento de su vuelta. (**Es13.698**))
<Anterior: 13. 697><Siguiente: 13. 699>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com