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sus nombres los hermanos más ancianos. Un gran
fervor religioso les animaba, sin duda; pero la
atracción mayor procedía de don Bosco, cuya
amabilidad les ponía en la situación de no hacer
caso de las privaciones materiales y carencia de
varias cosas, que entonces hacían bastante
incómoda la vida del Oratorio.
Sobre los estudios, no repetiremos lo ya dicho
anteriormente; sin embargo, hay algún detalle
interesante de aquel año. En 1878 don Bosco
autorizó solemnemente al clérigo don Luis
Piscetta, juntamente con otros dos sacerdotes y un
subdiácono, para doctorarse en sagrada teología en
la facultad pontificia ((**It13.819**)) del
seminario arzobispal, ya que hacía cinco años que
se había suprimido la facultad teológica en la
Universidad Real 1. El resultado fue muy bueno
para todos, pero triunfal para el primer
candidato, cuya posesión de la materia y seguridad
de sí mismo, contrastaban singularmente con su
diminuta estatura.
Los cuatro se habían preparado en el Oratorio;
sin embargo, se seguía pensando en el seminario
que los clérigos del Oratorio no merecían
consideración. Don Bernardo Vacchina fue a
examinarse de primer curso de teología con varios
compañeros, conocidos por todos como clérigos de
don Bosco. Pues bien, mientras estaba él
examinándose, se acercó el Rector al examinador y
le dijo al oído, pero no tan flojo que el
examinando no lo oyese:
-A los de don Bosco, espero que no les concedan
más de trece o catorce puntos.
->>Y por qué?, replicó de golpe el otro.
-Esa es la orden que ha llegado de la Curia.
El examinador, sorprendido y contrariado,
inclinó la cabeza. La calificación general fue la
más baja. Y nótese que otros clérigos, cuya
procedencia no había sido advertida, y que habían
formado grupo con los del Cottolengo y de los
Artesanitos, obtuvieron óptimas calificaciones. Al
leer las calificaciones llególes a los primeros el
momento de la otra cara de la moneda. En el aula
magna estaban los seminaristas de pie, a derecha e
izquierda, y los clérigos de don Bosco estaban
situados al fondo frente a la cátedra. Subió el
canónigo Soldati, leyó las calificaciones de los
seminaristas y dijo después:
-Los de don Bosco han obtenido bajas
calificaciones, y lo siento por uno, cuya
puntuación es tan baja, que me da vergüenza
leerla.
íBuena la hizo! Se llamaba éste Mateo Grochow:
era el primer polaco llegado a la Congregación.
Mortificado de aquel modo, se las entendió con el
clérigo Vacchina, hizo que le acompañase a la
Curia,
1 Los otros tres eran los reverendos Paglia,
Meriggi y Febbraro. (Apéndice, doc. 65).
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