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Y ya basta. Yo quería abriros mi corazón esta
tarde. Estoy muy contento de la marcha de la
Congregación, estoy contento de los clérigos, de
los profesos, de los novicios; hay alguna
excepción, pero son detallitos que espero se irán
allanando también. Tenemos buenas noticias de
todas nuestras casas de América, de Francia y de
las diversas partes de Italia. Nos llaman de todas
las regiones para abrir nuevas casas; en muchos
lugares ya están preparadas y sólo se aguarda que
vayan los salesianos a habitarlas. La mies que nos
espera es muy abundante. Ello indica que Dios
bendice nuestras cosas. Adelante, pues. Pongámonos
a trabajar con la mejor buena voluntad. Y si Dios
nos acompaña, >>quién podrá contra nosotros?
Mantengámonos firmes y diligentes en nuestra
finalidad, buscando salvar muchas almas, porque
haciéndolo así, estamos seguros de salvar la
nuestra antes que las de los demás. Es palabra de
los Santos Padres: Animam salvasti, animam tuam
praedestinasti. Nos esperan muchas almas en
tierras próximas y en tierras lejanas. En la misma
Patagonia, en la que tan ardientemente hemos
deseado entrar, ahora nos llaman los mismos
salvajes desde varios puntos, para que vayamos a
predicarles la fe de Jesucristo. Y ya están
preparadas las casas. Falta solamente que enviemos
las personas para habitarlas.
íSí, Dios nos bendice! íQue siempre nos
bendiga! La Santísima Virgen ((**It13.806**)) no
dejará de cumplir su parte. Llenémonos de valor
para corresponder a tantas gracias. Querámonos
bien y no nos faltará ciertamente la felicidad
eterna que debe ser nuestra única y constante
meta, el premio de nuestros trabajos.
Ya hemos visto muchas veces cómo don Bosco,
cuando dirigía la palabra a los del Oratorio, en
las conferencias o en las <>
acostumbraba ensalzar los progresos de la
Congregación y presentar con cierto énfasis las
benévolas acogidas con que era recibida y las
alabanzas que le tributaban por todas partes
insignes personajes. Todavía se experimenta el
íntimo gozo que debió comunicar a sus palabras en
aquellos informes de casas abiertas o por abrir,
en aquellas descripciones de obras emprendidas
fuera de Italia, en aquellas noticias detalladas
sobre las audiencias del Padre Santo. Don Bosco
era un hombre que no se envanecía hablando, y que
no abría los labios más que para un buen fin. Su
lenguaje colorido pretendía, en tales ocasiones,
enlazar cada vez más el aprecio y afecto. de los
oyentes a la Congregación, de manera que amasen la
vida salesiana los que ya la habían abrazado o se
enamoraran de ella los que sentían en el corazón
alguna inclinación por ella misma. Lo cierto es
que semejantes charlas llenaban de entusiasmo los
corazones y lograban que quisieran no sólo a don
Bosco, sino también a su Oratorio, al nombre
salesiano y a todo lo bueno y hermoso que los
salesianos realizaban en el mundo; estos
sentimientos se irradiaban después por mil caminos
y creaban, en derredor a lo largo y a lo ancho de
la Pía Sociedad, una atmósfera propicia que
multiplicaba los amigos y los bienhechores.
Si la castidad era uno de los temas predilectos
de don Bosco en sus
(**Es13.683**))
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