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El resultado fue que no faltó nada de lo
necesario a los catorce salesianos y a las diez
hijas de María Auxiliadora que se preparaban para
cruzar el Océano; añadiremos aún que la recogida
de medios económicos, prendas de vestir,
ornamentos de iglesia y demás objetos fue cuestión
de quince días o poco más.
La función de despedida de los salesianos,
siempre conmovedora, se celebró el 8 de diciembre,
fiesta de la Inmaculada, por la tarde. Hubo tres
novedades en esta expedición. Don Miguel Rúa
sustituyó a don Bosco en el discurso de despedida;
los misioneros, terminada la ceremonia, no
salieron hacia la estación, sino que volvieron a
entrar en el Oratorio para marchar en varios
grupos; además, para ahorrar gastos, renunciaron
al viaje a Roma. Algunos tuvieron que retardar la
partida para poder recibir las sagradas órdenes:
necesitaban un extra tempus que les permitiese
presentarse en tres días festivos con brevísimos
intervalos. Don Bosco había suplicado la gracia al
Padre Santo; mas, por haber omitido en la súplica
los nombres de los ordenandos, hubo una larga
demora en la respuesta 1.
Uno de los que partían era el clérigo Carlos
Peretto. Don Bosco le dijo:
-Tú trabajarás mucho.
Después, tomando una naranja, se la dio y
añadió estas palabras:
-Toma; te acordarás de ella cuando te
encuentres en la tierra de los naranjos.
Salió y fue al Uruguay, donde no veía aquellos
frutales, y decía para sí:
-Este no es mi puesto.
Finalmente, habiendo ido al Brasil y visto
inmensos campos cubiertos de naranjos, exclamó:
-íEste es mi lugar!
((**It13.792**)) En
efecto, a la muerte de monseñor Lasagna, gobernó
como Inspector aquellas casas, en las que trabajó
durante muchos años.
Don Bosco estuvo en el Oratorio durante la
señalada función; pero se reservó para hacer oír
su palabra en otro lugar. Salieron todos del
Santuario y, después de tomar un poco de aire,
fueron llamados a la iglesia de San Francisco los
aspirantes, novicios y profesos. Allí recibió el
Beato la profesión religiosa de catorce hermanos,
entre los que había algunos de la expedición, y
dioles después una conferencia.
Comenzó recomendando que agradecieran mucho a
la divina Providencia todo lo que se había hecho
aquel día. A continuación, hizo
1 Cartas del abogado Leonori a don Bosco, 24 de
noviembre y 12 de diciembre de 1878.
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