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cambio, ayudados por los socios de las
Conferencias de San Vicente de Paúl, aunque con
medios infinitamente menores, pero con grandísima
confianza en Dios se ciñeron a la empresa y
triunfaron.
Se habían ya discutido y elegido diversos
proyectos para dar forma estable y un lugar
adecuado a la escuela de artes y oficios, hasta
que se presentó a don Francisco Bodrato una
comisión de ciudadanos que había levantado ocho
años antes una hermosa iglesia, dedicada a san
Carlos, en el suburbio de Almagro, en la que había
colocado capellán, sacristán y maestro elemental,
pero sin lograr nunca que las cosas fueran
adelante de manera satisfactoria. Faltos de medios
y cargados de deudas, acudían los administradores
a ofrecerle la iglesia, para que los Salesianos
empezasen a actuar en ella. Como al padre Bodrato
le parecieron algo gravosas las primeras
condiciones, iba retardando la cosa; pero cuando
se interpuso el Arzobispo y se ofreció el doctor
Carranza a concurrir comprando dos terrenos
adyacentes, se decidió a cerrar el contrato.
Los Salesianos se pusieron inmediatamente a
celebrar las funciones religiosas de la iglesia y
a construir al lado. Al principio era muy poca la
gente que acudía, pero las ceremonias de la semana
santa despertaron la piedad de los fieles, que, a
partir de entonces, siguieron acudiendo al templo
cada día más. Estaban tan satisfechos con los
recién llegados, que suplicaron a la autoridad
eclesiástica convirtiera la iglesia en parroquia.
En el mes de julio les fue concedido el favor, y
don Esteban Bourlot fue nombrado párroco. Aquel
mismo mes, añadió don Francisco Bodrato un curso
de latín a las clases elementales que
provisionalmente se daban en locales arrendados, y
a donde también se habían mudado los aprendices;
aquello fue el germen de varias vocaciones.
Después, en agosto reunió allí mismo un grupo
de novicios, organizando como se pudo el noviciado
1, bajo la dirección de don José Vespignani.
((**It13.786**)) La
primera piedra para el edificio del colegio se
colocó a principios de marzo; a continuación
siguieron los trabajos, tan rápidamente que, seis
meses después, ya era habitable una parte
considerable del mismo; tan habitable que se
inauguró el primero de septiembre. Tomaron
posesión de él los aprendices de la antigua casa y
se encontraron bastante organizados los talleres
de sastrería, zapatería, encuadernación y
carpintería: no tardaron mucho en llegar las
máquinas para la tipografía. El instituto se
denominó Escuela de Artes y Oficios, y estaba
dedicado a Pío IX, cuyo recuerdo pervivía aún en
los argentinos católicos.
1 Véase, vol. XII, pág. 233.
(**Es13.666**))
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