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las ideas, a veces trastornadas en las vacaciones,
y de atender con calma a las necesidades de sus
almas. Así quedó establecido y así se siguió
practicando desde 1877 hasta el día de hoy, con
inapreciable provecho para la disciplina, la
moralidad y la aplicación a los estudios.
El Beato asistió a la sesión de la mañana
siguiente. Después de aprobar las decisiones de la
tarde anterior, dio cuenta del desenvolvimiento de
la Congregación y examinó una serie de propuestas
y planes, exponiendo los criterios que debían
servir de norma para juzgar en todo según su
espíritu. En la intimidad de la reunión pudo
hablar libremente, como en familia, del asunto de
los conceptinos, exponiendo las reales condiciones
del Instituto y la marcha de las negociaciones
hasta su salida de Roma.
((**It13.67**)) Don
Bosco se había opuesto siempre a aceptar edificios
monásticos para transformarlos en colegios, porque
le desagradaba mucho dar con ello ocasión a que se
dijera que unos religiosos echaban a otros
religiosos; y, si en alguna rara ocasión se había
tratado de rescatar conventos de las manos de
seglares, siempre quiso que el dueño mismo del
local se entendiese con Roma para obtener las
necesarias licencias. En aquella ocasión, por el
contrario, pronunció estas precisas palabras:
-Ahora en Roma el mismo Papa no sólo me
autorizó, sino que me instó para comprar edificios
que pertenecieron a algunos frailes para hacer de
ellos casas nuestras, y para restituir a la
Iglesia lo que le fue quitado, para conservar en
estas casas el fin primitivo de dar gloria de Dios
y no dejarlas caer en manos profanas. De hoy en
adelante, si así nos conviene, sabemos que no
encontraremos dificultades en Roma.
Desde Albano y Magliano se le hacían vivas
instancias para abrir allí un colegio internado.
El cardenal Berardi le renovaba por tercera vez la
oferta del colegio de Ceccano, que los escolapios
querían abandonar, porque tenía menos de diez
internos. También se le proponía aceptar el
colegio de Ascona. Hechas estas comunicaciones,
dijo:
-íParece increíble! Vamos a lugares donde todo
son enredos y, sin embargo, todavía no hemos
tenido que dar un paso atrás. Vamos adelante, y
todo nos resulta mejor de lo que podíamos esperar,
mientras vemos a cada paso a otros obligados a
retirarse de los lugares que ya ocupaban.
Realmente es el Señor quien nos hace marchar
adelante de esta manera a velas desplegadas. Si no
viéramos en todo y por todas partes la mano de
Dios, mereceríamos que nos llamaran ciegos.
Después se puso sobre el tapete una cuestión
muy seria. Caducaba el quinquenio de alquiler del
colegio de Valsálice; durante aquellos cinco años
se había esperado siempre un aumento de internos,
pero(**Es13.66**))
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