((**Es13.649**)
demonio; ((**It13.764**))
después cae el granizo, que representa las caídas
en el pecado. Algunos recobran la salud con la
confesión, pero otros no usan bien este
Sacramento, o no se acercan a él en absoluto.
No lo olvides y no te canses jamás de repetirlo
a tus jóvenes: las vacaciones son como una gran
tempestad para sus almas.
Observaba yo a aquellos corderos descubriendo
en algunos de ellos heridas mortales; estaba
buscando la manera de curarlos, cuando don José
Scappini, que había hecho ruido en la habitación
próxima, me despertó.
Este es el sueño, y aunque es un sueño tiene un
significado que no hará ningún mal al que le
preste fe. Puedo deciros que anoté algunos nombres
de los muchos que vi en la frente de los corderos
y confrontándolos con los jóvenes, comprobé que se
conducían como indicaba el sueño.
Sea como fuere, debemos, en esta Novena de los
Santos, corresponder a la bondad de Dios, que
quiere usar de misericordia con nosotros, y,
mediante una buena confesión, curar las heridas de
nuestra conciencia. Debemos, además, ponernos
todos de acuerdo para combatir al demonio y, con
el auxilio del cielo, saldremos victoriosos de
esta lucha y conseguiremos recibir el premio de la
victoria en el Paraíso.
Este sueño hubo de influir grandemente en la
buena marcha del nuevo curso escolar; en efecto,
en la Novena de la Inmaculada, las cosas procedían
tan bien, que don Bosco manifestó su satisfacción
diciendo:
-Los jóvenes se encuentran actualmente en un
punto, tanto por aplicación como por conducta, al
que, en años anteriores, apenas habían llegado en
el mes de febrero.
En la fiesta de la Inmaculada vieron éstos
repetirse la bonita función de despedida de la
cuarta expedición de misioneros.
Durante la novena de la Inmaculada tuvo lugar
en el Oratorio la conversión de un joven de
dieciséis años. Su madre, la señora
Guglielminetti, bienhechora de don Bosco, no sabía
ya a qué santo encomendarse. Años atrás, le había
colocado en el colegio de Lanzo, de donde le
despidieron. En 1878 lo internó en el Colegio de
Pinerolo, de donde se escapó para ingresar en la
marina. Llevado a casa por la policía, fue su
madre con él al Oratorio, con la intención de
presentárselo a don Bosco y pedirle consejo. La
pobre mujer estaba desolada. Don Bosco llevóse
aparte al muchacho, hablóle un momento y
preguntóle después:
->>Te quedarías con gusto tres días en el
Oratorio: Harías un pequeño retiro espiritual, y
decidirías ((**It13.765**)) qué
quieres hacer en el porvenir; si seguir los
estudios, emplearte en algún sitio o tomar otro
camino.
El muchacho dijo que aceptaba y don Bosco lo
puso en manos de don Julio Barberis. Hizo sus
ejercicios, se confesó y comulgó varias
(**Es13.649**))
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