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((**Es13.639**) porque Su Excelencia, al decir del reverendo Nardi, que estaba al lado para el servicio, pasó moviendo circularmente su mano derecha, como cuando se quiere dar a entender que se prescinde con gusto de los cumplimientos. Aquella tarde comenzaron los estudiantes los ejercicios espirituales, juntamente con los novicios, predicados por monseñor Belasio, que repitió la predicación a los aprendices del día 7 en adelante. Don Bosco, que acudió a hablarles después de las oraciones de la noche, fue recibido con aplausos sin fin: desde el 29 de noviembre del año anterior no le habían oído a aquella hora. Les dijo así: íPor fin, puedo deciros unas palabras, después de casi seis meses! íYa veis cuanto tiempo sin venir a daros las buenas noches! Pero, aunque no lo hice personalmente, mi mente se encontraba siempre aquí con vosotros. Y cuando estaba en Roma, y cuando iba de viaje a Niza o a Sampierdarena, pensaba en vosotros por la mañana en la santa misa y rogaba al Señor que os diese su santa ayuda. Mas, por la noche, cuando estaba solo, en el silencio de mi habitación, irresistiblemente volaba mi pensamiento hasta vosotros; os veía, os hablaba, me complacía de vuestra presencia, y os auguraba desde lejos las buenas noches; y no podía acostarme sin haber rezado antes por vosotros. Pero, ahora, no es sólo la fantasía. Hace algún tiempo que me encuentro de nuevo aquí y espero no alejarme tan pronto. Estamos aquí para buscar vuestro bien espiritual y material. Mas lo que he venido a deciros es que mañana por la tarde empezaran los ejercicios espirituales los estudiantes e inmediatamente después los aprendices. Unos y otros procuren organizar la propia conciencia. Todo lo que acostumbro recomendaros durante los ejercicios, se reduce a una sola cosa: prestar atención para poner en práctica todo lo que se predica o se lee. >>Cómo hacerlo? En todas las platicas, en todas las lecturas hay siempre algo que nos hace mucho bien: unas veces sera el examen mal hecho, el dolor o el propósito que faltan; otras veces serán los consejos del confesor olvidados o no cumplidos, etc. Hagamos bien nuestras cuentas en este tiempo. Pensemos en el pasado, en el presente, en el futuro: si no tenemos nada que reprocharnos de nuestras acciones pasadas, si nuestras confesiones fueron siempre bien hechas y hemos sacado fruto de ellas; si nuestras comuniones fueron del gusto de Jesús; si nos hemos organizado para el cumplimiento de nuestros deberes y la huida de las malas compañías, etc. En qué punto nos encontramos en este momento, en qué estado se encuentra nuestra ((**It13.753**)) conciencia, si marchamos derechos por el camino que Jesucristo nos señala: y qué debemos hacer en el porvenir para asegurar nuestra eterna salvación y cual sera el mejor estado que debemos abrazar para mayor bien de nuestra alma. Y por ello, éste es el tiempo mas a propósito para pensar en vuestra vocación, porque esta escrito: Ducam eam in solitudinem, et loquar ad cor eius (la llevaré a la soledad y le hablaré a su corazón). El Señor habla en la soledad y los ejercicios espirituales son precisamente días de retiro y de soledad. También los aprendices han de pensar en su vocación, porque algunos deben considerar, si Dios tiene dispuesto que se queden a trabajar aquí en la Congregación y a formar parte de ella; o si les llama a hacer el bien en otra parte. (**Es13.639**))
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