((**Es13.628**)
2.° Conviene saber si gravitan sobre esa casa
hipotecas o deudas, que debieran pasar a nosotros.
3.° Además, si hay muchas plazas gratuitas
obligatorias, cuyo capital ya se haya consumido.
4.° Aunque tenéis plenos poderes, procurad no
establecer todavía nuestra ida fija a París, hasta
que no se hayan aclarado las cosas y podamos tener
certeza legal de que no haya que irse luego ante
ciertas eventualidades.
Diré, además, en general que en estos momentos
entiendo que una casa en París es para nosotros de
gran interés moral, religioso y político. Las
Conferencias se celebrarán en Turín. Si hace
falta, prorroga también tu venida. íCuántas casas,
cuántas cosas encontrarás a tu vuelta! Cuidad
mucho vuestra salud. Los hermanos os saludan y
ruegan por vosotros.
Considerame siempre en J. C.
Turín, 16-XI-78.
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It13.740**)) Para
poner sobre seguro de cualquier eventualidad su
importante obra, que no estaba reconocida por la
ley, el Abate proponía dos formas de sociedad
civil. La primera era: consignar la propiedad como
capital social (él la valoraba en más de tres
millones); a continuación, emitir cierto número de
acciones, una tercera parte de las cuales se la
quedaría él; otra sería entregada a don Bosco; y
el resto, distribuido entre los que quisieren
adquirirlas, hombres o mujeres sin distinción,
cuidando sólo de que se tratare de personas
honradas. La estabilidad de la obra quedaría a
merced de esto; que, en las deliberaciones, la
superioridad correspondería a quien tuviese mayor
número de acciones, ya que los votos serían tantos
cuantas eran éstas. Ni la asamblea general de
accionistas, que se reuniría cada año, podría dar
lugar a aprensiones;
puesto que, estando la mayoría de las acciones en
manos de los más interesados, era para estar
seguros de que todo resultaría siempre a su favor.
Con el otro sistema se procedía así: hecha al
principio una única reunión de accionistas, se
elegía una comisión de ocho socios, con facultad
para deliberar en todos los asuntos; para la
elección de estos delegados se disponía de la
mayoría y en ella el abate Roussel y don Bosco
eran dueños absolutos. Un consejo de este género
no moría.
Porque al desaparecer un miembro del mismo, los
restantes elegían otro.
Tanto en el primer sistema como en el segundo
se huía de la gravosa tasa de sucesión. El abate
Roussel habría preferido el primer
(**Es13.628**))
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