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((**Es13.617**) En la Navarre ingresaron el 5 de octubre de 1878. Durante algún tiempo se acomodaron como les fue posible, en medio de una enorme penuria. Dormían bajo un techo, del que caían de vez en cuando cascotes y por el que atravesaba la lluvia. Chirriaba el viento por entre las hendiduras de las paredes; ratones y murciélagos aparecían de repente entre las grietas y parecían los dueños de los cuartuchos y de la destrozada escalera. Las pobrecitas, trabajando para librarse de tanta cochambre y viendo a aquellos pobrecitos huérfanos andrajosos y con un apetito devorador, lloraban y no se atrevían a hablar, porque ya sufrían bastante los Salesianos. Pero Dios bendijo los sacrificios de unos y de otras, proporcionando a la obra veinticinco años de envidiable prosperidad, hasta que llegó la nefasta ley de la expulsión. Marsella Pero entre las casas salesianas de Francia, fundadas y por fundar, siempre le hubiera correspondido el primer puesto a la de Marsella. Se aproximaba el momento de fundarla. Ya sabemos los motivos que lo retrasaron, cuando la apertura parecía inminente, y qué dura prueba fue para la paciencia del canónigo Guiol. Sin embargo, en el mes de mayo de 1878 ((**It13.727**)) don Miguel Rúa se vio obligado a excusar una vez más a don Bosco por su tardanza en responder al convenio presentado. Apreciadísimo y, reverendísimo Señor: Gracias a Dios, nuestro querido don Bosco va mejorando, pero todavía no puede atender a sus ocupaciones con la presteza que requerirían los muchos asuntos que le asedian. Esperamos, por tanto, que V. S. sabrá perdonarle, si todavía no puede satisfacer su deseo de recibir una respuesta definitiva sobre el convenio que nos propuso, ya que todavía no ha podido ocuparse seriamente de ello. Pienso, sin embargo, que dentro de poco podrá escribirle y concertarlo todo. Pasando a otra cosa, le pediría un favor. Cuando estuvimos ahí, uno de sus buenos vicarios me proveyó de una pequeña biografía del actual Pontífice, León XIII, impresa, según creo, en Lyón. Si le fuera posible enviarnos todavía otros dos ejemplares, nos haría un gran servicio. Veo que siguen aumentando nuestras deudas, pero confíe en nosotros y dénos crédito; cuando estemos ahí, procuraremos pagar todo. Por ahora, rogamos a la Santísima Virgen Auxiliadora, protectora de Francia, que empiece a compensarle de tantísima bondad como V. S. nos dispensa. Acepte los cordialísimos saludos de don Bosco, de los compañeros y del que escribe, y téngales presentes en sus santas oraciones. Turín, 9 de mayo de 1878. Su atto. s. s. MIGUEL RúA, pbro. (**Es13.617**))
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