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CAPITULO XXIII
LAS DOS CONGREGACIONES EN
FRANCIA
EN el año 1878 vio don Bosco que su obra se
asentaba en tierras francesas como en terreno
genuino y fiel; se ampliaba en Niza, se establecía
en Marsella, era reclamada en París, se propagaba
por los campos de la Crau d'HyŠres 1, por todas
partes se la contemplaba con creciente interés y
simpatía. Es inegable que en Francia, el aprecio y
la veneración a don Bosco, no cesaron de abrirse
camino desde un principio, que se reforzaron
después cada vez más en las gentes y perduraron
también muchos años después de su muerte, como
acabamos de ver en su reciente beatificación.
Añadiremos por otro lado que el Siervo de Dios
profesó siempre reconocida admiración por la
Francia católica. En sus conversaciones familiares
hablaba con gusto de las cosas francesas; incluso
parecía que éste era uno de los temas que más le
agradaban.
Niza
En Niza había caído la simiente en buena
tierra: el Patronato de San Pedro había adquirido
en tres años de vida un gran desarrollo. Primero
fue el paso desde la estrecha hilandería ((**It13.715**)) a la
espaciosa y amena finca Gautier; siguió, después,
la ampliación de los locales y el desarrollo de
las escuelas, de los talleres y del oratorio, y,
por fin, la llegada de las Hijas de María
Auxiliadora.
Tres solamente fueron las primeras que llegaron
allí desde Mornese, en septiembre de 1877: una, la
directora, ya era madura en años y en prudencia,
aunque de reciente profesión, y las otras dos
hermanitas acababan de tomar el hábito. Madre
Mazzarello fue a visitarlas tres meses después:
como sabía la pobreza de su casita, dejó a la
compañera de viaje en Alassio y llegó totalmente
sola. Se cuenta que allí intimó autoritativamente
a sus hijas para que le dejaran durante la noche
1 La Navarre, que se encuentra en esta
localidad, no es mas que una denominación
topográfica, que designa una propiedad privada.
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