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Al querido hijo en J. C. Rev. Juan Bonetti:
Oratorio de San Francisco de Sales-Turín.
Con el vivo deseo de propagar más fácilmente la
gloria de Dios y la salvación de las almas,
especialmente ante la necesidad de promover el
bien moral y religioso de las doncellas en la
ciudad de Chieri, expuestas hoy en día a graves
peligros, nos hemos determinado a abrir en dicha
ciudad un Oratorio festivo para bien de las
mismas. Su finalidad es la de darles comodidad
para que puedan cumplir sus deberes religiosos y
mantenerse apartadas de los peligros que acechan
su inexperta edad.
Ahora bien, el sagrado ministerio que has
ejercido durante más de quince años en los
colegios de Mirabello y de Borgo San Martino en la
diócesis de Casale, ((**It13.703**)) nos
mueve a confiarte la dirección y administración
espiritual de ese oratorio público.
Por lo tanto, te encargo, por la presente, que
vayas a cumplir, de acuerdo con las reglas del
culto, todas las funciones religiosas y todos los
actos que puedan servir para gloria de Dios y bien
de las almas.
Te recomendamos te muestres en todo como un
verdadero seguidor de san Francisco de Sales. Que
Dios te bendiga y te ayude a cumplir santamente el
encargo que se te confía.
Turín, 24 de septiembre de 1878.
JUAN BOSCO, Pbro.
Las Hijas de María Auxiliadora trabajaban con
ahínco; don Juan Bonetti hacía todo lo que podía;
las muchachas acudían asiduamente en gran número.
>>Y el diablo no iba a meter allí sus cuernos?
Parecióle al párroco que aquellas funciones
religiosas en el oratorio constituían una
infracción de las leyes sinodales, sobre todo
porque se celebraban a la misma hora que las de la
catedral. Las denunció el 3 de diciembre a don
Bosco como <> y <>. El
Siervo de Dios, que estaba entonces sufriendo
mucho de los ojos, tardó en contestar, por lo que
el párroco presentó sus quejas al Arzobispo,
informando del nuevo paso al Beato. Este encargó a
don Juan Bonetti que se justificase. Bonetti
observó al párroco dos cosas: en Chieri se hacía
lo mismo que en Turín, donde, sin que nunca
hubiese tenido nada que decir la autoridad
eclesiástica, coincidían las funciones dominicales
de todos los oratorios con las de las respectivas
parroquias; por otra parte, no se podía encontrar
en Chieri una hora más conveniente para las
jovencitas.
Pero, entre tanto, en Turín, el Vicario General
llamaba a don Miguel Rúa, y le comunicaba
oficialmente las observaciones del párroco de
Chieri. Tras esta audiencia, el primer ayudante de
don Bosco envió por escrito al Arzobispo un
detallado informe sobre cómo se empleaba el día
festivo en el oratorio femenino de Chieri e hizo
ver, en términos persuasivos, la imposibilidad de
anticipar o posponer las funciones religiosas. El
canónigo Sona, que barruntaba ocultos manejos
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