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Bosco abrió el oratorio femenino de Santa Teresa,
en vez del de los muchachos. He aquí de qué manera
1.
El señor Carlos Bertinetti, de Chieri, dejó a
don Bosco heredero universal de sus bienes el año
1870. El Siervo de Dios había querido convertir
una casa de su bienhechor en centro de educación;
pero, ante las oposiciones de algunos y
especialmente del canónigo Antonio Oddenino,
párroco de la catedral, se deshizo de los terrenos
y empezó a vender también los edificios. Esto
produjo mucho disgusto en la ciudad y hubo
personas bondadosas que rogaron a don Bosco no
siguiera vendiendo. Entonces se quedó con el
edificio principal, a la espera de una ocasión
propicia para empezar una obra de utilidad
pública. Y la ocasión llegó: el 1876 hubo dos
señoras legatarias de Bertinetti, las cuales,
después de aconsejarse con don Bosco, se
determinaron, juntamente con otros señores de la
ciudad, a reunir, por las tardes de los días
festivos, a algunas muchachas en el patio de la
casa que pertenecía al Beato, entretenerlas con
honestas diversiones y enviarlas al catecismo a la
parroquia. Era una especie de oratorio festivo
femenino.
((**It13.701**)) Pero,
al ver aquellas buenas señoras, con el andar del
tiempo, que el fruto sería mucho mayor, si se
hubiere podido hacer allí mismo la catequesis,
interpusieron personas piadosas e influyentes para
que el Párroco se lo autorizase. Este lo permitió;
más aún, al atardecer de los días festivos, iba él
en persona o enviaba a otro sacerdote para dar una
platiquita a las muchachas, y no dejaba de
recomendar que fuesen al Oratorio, especialmente a
las mayores, a las que, como él decía, se dejaban
arrastrar por el sonido del organillo; y todavía
más, para estimularlas, añadía que ir al Oratorio
era lo mismo que ir a la parroquia. Sin embargo,
la santa obra se movía con dificultad.
Don Bosco, que seguía sus altos y bajos,
resolvió en 1878 enviar a vivir en aquella su casa
a las Hijas de María Auxiliadora, por lo que
presentó una instancia al Arzobispo.
Excelencia Rvma.:
El reverendo Juan Bosco, con el deseo de
atender la necesidad moral de las pobres muchachas
de la ciudad de Chieri, tiene preparado un
edificio y una capilla, dedicada a Santa Teresa,
en la que fue casa de los Bertinetti.
Por tal motivo, suplica a V. E. autorice a las
religiosas, llamadas Hijas de María Auxiliadora,
para que puedan ir a habitar en aquel edificio a
fin de atender a las muchachas, como ya se lo
concedió a las que dan clase junto a la iglesia de
Valdocco.
En segundo lugar, delegar a una persona para
que inspeccione la capilla señalada, y,
1 Una carta del padre Testa a don Bosco declara
un poco las muchas aventuras que pasó el Oratorio
de Chieri, en sus principios (Apéndice, doc. 51)
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