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Don Bosco rindió, además, otro servicio a
Monseñor, enviándole unos diplomas de profesores
salesianos, a presentar al Delegado Provincial de
Enseñanza, para que autorizase mantener abierto el
bachillerato en aquel centro que, más que
seminario, era un verdadero colegio. Cuando vio
desaparecer la posibilidad de tenerlo todo en sus
manos, el Siervo de Dios ordenó a don Pedro
Guidazio que diera a entender al Obispo y al
Rector que no pensaba dejarle allí para otro
curso, ni enviar otros. Pero el Obispo, estimulado
por el Papa, tenía miras muy distintas. El
edificio era <>,
a nuestro ingreso; pero, estaba vacío y no
hubiéramos llegado nunca a llenarlo con las
disposiciones entonces vigentes. Entonces Su
Excelencia pidió el personal necesario para abrir
un centro de enseñanza superior. Don Pedro
Guidazio intentó inútilmente demostrarle que don
Bosco no podría darle ese gusto; pero ni siquiera
la negativa de Turín, llegada más tarde, sirvió
para moderar el ardor del Obispo, ya fuera porque
contaba con la imposición del Papa, ya fuera
porque no tenía la menor idea de las exigencias
gubernativas sobre centros de tal suerte 1. En el
mes de agosto podía considerarse acabada la misión
de don Pedro Guidazio; fue a Turín para hacer los
ejercicios espirituales y recibió otro destino. Su
estancia en Montefiascone fue útil, porque, como
muy pronto se vio, sirvió para hacer abrir los
ojos sobre la realidad de las cosas.
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Magliano Sabino
Las circunstancias favorecieron más los deseos
que don Bosco tenía de abrir un colegio en
Magliano Sabino, donde se experimentaba una gran
necesidad del mismo, ya que por aquellos lugares
no había más que un bachillerato en Rieti. Cuando
él pasó por allí, a su vuelta de Roma, a fines de
enero de 1877, escribió al cardenal Bilio, obispo
de Sabina, manifestándole el deseo de crear en el
seminario un colegio. El Cardenal, que estaba
contento de aquellos dos salesianos, por su
conducta ejemplar y por la excelente instrucción
que daban, no había querido negar nada a don
Bosco; pero dudó un poco en conceder su
aprobación, porque don Bosco pedía también la
colaboración del alcalde, por tratarse de una obra
que redundaría en honor de Magliano. Aquel alcalde
no inspiraba confianza; además, había una circular
muy reciente del honorable Coppino, ministro de
Instrucción Pública, que
1 Carta; Apéndice, doc. 48, A, B.
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