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aquel año, como quizá no se estuvo nunca. Se
palpaba que Dios estaba con nosotros, y teníamos
la seguridad de su asistencia>>. A pesar de tantas
apreturas, el Director tuvo la satisfacción de
devolver al Oratorio, en billetes de banca de a
dos liras, las mil que don Miguel Rúa le había
entregado el día de su partida para Este.
El Beato le hizo a don Juan Tamietti una
profecía que se cumplió ((**It13.692**))
exactamente. Le predijo que trabajaría hasta los
cincuenta años y que no llegaría a cumplir los
setenta y dos 1. Había nacido el 1848, el 1898
cayó gravemente enfermo con el tifus, que lesionó
profundamente sus facultades mentales, y le
obligó, aunque sanísimo de cuerpo, a pasar el
resto de sus días en la más completa amnesia.
Murió el 18 de octubre de 1920, casi dos meses
antes de cumplir los setenta y dos años.
También había anunciado hacía tiempo en el
Oratorio a otro, que fue su sucesor en la
dirección del Colegio Manfredini, que moriría
fuera de casa, andando por los alrededores para
diversos asuntos. Habiendo ido el 14 de mayo de
1914 a Bolonia para obtener de la Dirección de
Ferrocarriles una rebaja especial para los alumnos
de su colegio, que debían hacer una peregrinación
a Nuestra Señora del Monte Berico, fue víctima de
apoplejía en el tranvía en que iba, y el día 20
moría entre los hermanos de aquella ciudad. Al
recibir la triste noticia, una familia de Este
comentó que, habiéndole invitado a comer, él mismo
les había contado, hacía poco tiempo, el antiguo
vaticinio.
Montefiascone
Pasamos ahora a una obra más pequeña. No fue
una gran cosa que fuera un solo salesiano a
Montefiascone; pero la llamada vino de muy arriba.
Primeramente, llamó a don Bosco el novel Obispo
monseñor Luis Rotelli, de Perusa, muy apreciado
por León XIII, que le enviaría más tarde como
nuncio a París y le concedería el capelo. Por
deseo del Papa, estudiaba la manera de devolver al
seminario diocesano la fama de otrora; y
necesitaba para ello profesores titulados. Don
Bosco, desilusionado en su esperanza de poder
abrir un colegio en Albano, esperó lograrlo en
Montefiascone; y, por eso, respondió al Obispo de
una manera más afirmativa que negativa. Pero, como
tardaba en recibir la última palabra, se le renovó
la petición, en nombre de ((**It13.693**)) León
XIII, por medio de su secretario monseñor Gabriel
Boccali. Para comenzar,
1 Véase la carta de defunción, escrita por don
Ludovico Costa, inspector.
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