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que sufrir tu alma, yo estaría dispuesta a
devolvértelo y ser pobre como antes. Tú has sido
siempre un hombre de bien; mas, en medio de tantos
asuntos, de tantos contratos, >>no podría darse
que alguna vez haya quedado dañada la justicia?
íEs tan fácil que eso suceda! Yo no querría que mi
tío tuviese que dar cuenta al Señor. Para que seas
feliz eternamente, no me importa devolverte mi
dote, si ello puede servir para tu salvación.
El señor Benedicto escuchaba, miraba sin
pestañear, se esforzaba por adivinar qué quería
decir con aquellas palabras, pero no daba en ello.
Por fin, le preguntó:
-Y >>se puede saber qué quieres que haga yo?
-Querría que hicieras una buena obra más.
-Me parece que ya hago bastante. >>No ayudo al
hospital, al asilo infantil y a otras obras?
-Pero, mire, querido tío, habría que hacer otra
cosa.
-Dime cuál, y haré lo que quieras.
-Escúchame. Tú sabes que los pobres muchachos
de Este están mal atendidos en cuanto a su
instrucción. El párroco Perín quiere que venga don
Bosco y hasta ya se ha empeñado a comprarle una
casa; pero no tiene dinero y don Bosco es pobre...
Harían falta, al menos, dieciocho mil liras.
->>Y qué quieres decir con eso?
-Que tú, que eres tan rico, hicieses esta obra
de caridad.
->>Y solamente querías eso: Podías haberlo
dicho en seguida. ((**It13.690**)) Ahí
está la caja, y aquí tienes las llaves: tómalas,
abre, saca lo que hace falta y dáselo al párroco.
La señora fue a tomar aquella cantidad, con la
cual se pudo cerrar el contrato. Poco más tarde,
habiendo ido don Antonio Sala a Este, el señor
Pel… le entregó otras seis mil. Y en adelante se
puso siempre al lado de los Salesianos, tanto que,
en las diversas construcciones realizadas
sucesivamente, empleó casi un millón.
El primer director de Este fue don Juan
Tamietti. Don Bosco se lo había preconizado casi
ocho años antes. El 1870, el señor Antonio
Venturini, uno de los muchos cooperadores
salesianos en realidad, había propuesto al Beato
abrir un colegio en Este, comprando por muy poco
un convento franciscano con la iglesia aneja. La
propuesta era entonces prematura; pero, un día de
aquel año se paseaba don Bosco con don Juan
Tamietti, bajo los soportales del Oratorio, y le
preguntó a quemarropa:
->>Vamos a Este?
-Vamos, pues; respondió riendo don Juan
Tamietti.
(**Es13.588**))
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