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No hemos encontrado la respuesta; pero el padre
Nardi, que formaba parte por entonces de aquella
pequeña comunidad, dice que nunca advirtió que el
Director ejerciese aquel cargo, y que, de haberlo
ocupado, no habría dejado de darse cuenta. Es muy
probable que don Bosco se lo desaconsejase. En
efecto, el año anterior, para moderar ciertos
entusiasmos de don José Vespignani 1 por la misma
cuestión, le había observado:
-No es ése nuestro espíritu. Nosotros sólo
buscamos que nos dejen trabajar con los jóvenes;
abstengámonos, por tanto, de la política. En
cualquier cosa que no sea trabajar con los niños,
nosotros estamos fuera de lugar.
Para bien entender estas palabras, hay que
tener presente que por aquel entonces la Acción
Católica, no solamente andaba a la mira de la
difusión de los principios cristianos en la
sociedad, con la ejemplaridad de la vida y el
cuidado de los intereses religiosos; sino que,
como en Italia los poderes públicos legislaban
abiertamente contra la libertad de la Iglesia y
los derechos de la Santa Sede, resultaba, en
consecuencia, que la juventud católica se lanzaba
también a la arena política en defensa de la fe:
era, por lo demás, un campo en el que ninguno
podía impedirles entrar en medio de aquel gran
batallar de partidos. ((**It13.685**)) Don
Bosco, en cambio, no quiso nunca saber nada de
política. Allí donde podía, acogía con gusto a los
socios de la Juventud Católica para funciones y
manifestaciones religiosas, les animaba a hacer el
bien, pero sin inmiscuirse en sus actividades.
Este su objetivo de quitar impedimentos para
hacer el bien, nos explica también algún consejo
que él dio sobre esta materia. El conde Víctor
Thaon de Revel, hermano de Pablo, Duque del Mare,
había terminado el bachillerato en el colegio de
Valsálice. Cuando se licenció, preguntó a don
Bosco si debía inscribirse en la Juventud
Católica, que entonces aparecía. Se detuvo un
momento el Siervo de Dios, para reflexionar, y
bondadosamente le respondió:
-No, no te inscribas. Dada la condición de tu
familia y tu intención de ingresar en la
diplomacia, podrás hacer el bien, preparándote
para esta carrera. Si te inscribes, encontrarás
dificultades.
Al narrar el suceso a don Felipe Rinaldi,
exclamaba el Conde:
-íEstá claro que don Bosco veía a lo lejos! De
no haberle escuchado, ciertamente no habría
logrado hacer mi carrera.
Hay otro hecho que nos permite comprender, cada
vez mejor, qué directivas prácticas seguía don
Bosco, en las complicaciones entre la
1 J. VESPIGNANI, Un anno alla scuola del B. D.
Bosco, pág. 26.
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